Annarosa Racca
Presidenta de Federfarma
iria gonzález
Roma
La crisis ha provocado que el debate sobre la liberalización del sector de oficinas de farmacia se haya vuelto a encender por Europa y ha llegado, cómo no, también a Italia. Allí, la Federación Nacional Unitaria de Titulares de Farmacia (Federfarma) se posiciona dentro de la corriente que rechaza llevar a cabo este proceso. Su presidenta, Annarosa Racca, desgranó para EG los argumentos que les llevan a adoptar tal posición, entre los cuales se encuentran los riesgos que supondría la liberalización para los pacientes y para la farmacia rural.
Pregunta. En Grecia, Irlanda y Portugal ya se han dado los primeros pasos hacia la liberalización. ¿Podría suceder lo mismo en otros de sus países vecinos?
Respuesta. En el caso de Italia, el Gobierno no parece dispuesto a seguir este camino. Federfarma hará todo lo posible por evitar que el sistema actual, que funciona bien y es apreciado por los ciudadanos, como demuestran los estudios de mercado realizados en el sector, se vea modificado por formas de liberalización que perjudicarían a los ciudadanos que hoy pueden contar con servicio sanitario presente en modo capilar sobre todo el territorio nacional y de propiedad de un farmacéutico, es decir, de un profesional sanitario que trabaja con el objetivo de proteger la salud.
P. En concreto, ¿cuál es la situación de Italia en relación a una posible liberalización de las oficinas de farmacias?
R. En Italia se registran actualmente fuertes presiones por parte de la gran distribución y de las parafarmacias, que en gran parte son propiedad de grupos empresariales, para obtener el permiso para vender, además de los medicamentos sin receta médica que ya se ofrecen actualmente con la presencia obligatoria de un farmacéutico, aquellos fármacos que requieren receta médica no reembolsables al Servicio Nacional de Salud. Pero el Gobierno no ha aceptado esa petición.
P. ¿Cuáles serían las consecuencias que conllevaría la liberalización de las farmacias italianas?
R. Un estudio reciente realizado por una asociación de consumidores, la Unión Nacional de Consumidores (UNC), generalmente a favor de la liberalización, pone de manifiesto los riesgos para los ciudadanos de cualquier intervención de liberalización en el sector de las farmacias. En concreto, este estudio demuestra como la ampliación de los medicamentos vendibles fuera de las farmacias podría llevar en un brevísimo período de tiempo a la eliminación de las farmacias rurales.
P. ¿Cómo cambiaría entonces el modelo actual?
R. Permitir la presencia de los medicamentos con receta en las parafarmacias significaría, de hecho, dar vida a nuevas ubicaciones farmacéuticas en detrimento de los criterios establecidos en la ley, haciendo saltar todo el sistema de reglas que garantiza una dispensación capilar, correcta y controlada de todos los medicamentos. Tendríamos áreas con un altísimo grado de concentración de farmacias y otras totalmente desabastecidas. Permanecerían privados del servicio farmacéutico, sobre todo, las regiones pequeñas, habitadas principalmente por personas mayores.
P. ¿Cómo valora la actitud de Europa en esta materia?
R. De forma muy positiva. De las sentencias del Tribunal de Justicia de Luxemburgo, de hecho, se desprende una visión de la farmacia como servicio sanitario que tiene necesidad de unas reglas para dar a los ciudadanos las máximas garantías en materia de protección de la salud. Para este tribunal, la farmacia que protege mejor al ciudadano es aquella propiedad de un farmacéutico, abierta en un territorio de acuerdo a unas normas bien precisas, con un sistema de horarios y turnos de trabajo que asegura la fácil disponibilidad del medicamento en cualquier momento. Estas sentencias han tenido el valor de poner freno a la farmacia puramente comercial sostenida por la Comisión Europea.
P. En tiempos de crisis, ¿se olvida la importancia de mantener una red capilar?
R. Las normas están hechas para los ciudadanos, no para las farmacias. Gracias a las reglas las farmacias italianas desarrollan un excelente servicio, puesto que garantizan en cada lugar y momento, incluso de noche, la obtención de cualquier medicamento. Y no solamente eso. Si la actual organización territorial de las farmacias se viese trastocada se provocarían los mismos daños acarreados a la liberalización llevada a cabo en otros países, donde se ha perdido la distribución capilar sobre el territorio y se ha favorecido la concentración de las farmacias en las zonas más ricas y en manos de los grandes grupos comerciales, con la consiguiente incomodidad para los ciudadanos.
P. Dado el contexto actual, ¿qué necesitarían las farmacias rurales para tener garantizada su supervivencia?
R. En Italia hay alrededor de seis mil farmacias en las zonas rurales, de las cuales 1.700 trabajan en zonas con menos de 1.500 habitantes. Son estas las farmacias que, en el caso de liberalización, se perderían. Seguramente, sin un sistema de protección y de mejora profesional, los titulares de pequeñas farmacias rurales no podrían continuar garantizando el servicio actual.