sandra melgarejo
Madrid
Más de 800 millones de euros y un periodo de 10 a 12 años. Las cifras del desarrollo de nuevos fármacos pesan sobre la industria farmacéutica y obstaculizan la competitividad. Para localizar barreras y promover soluciones, expertos del sector se reunieron la semana pasada en la jornada “I+D en la industria farmacéutica. Fórmulas para mejorar la competitividad”.
Juan Álvarez, director médico de Pfizer, recordó que este sector es el que más invierte en I+D con respecto a las ventas. Sin embargo, “aunque la inversión en I+D es mayor, la rentabilidad es menor”, afirmó. Según él, “aumentan las fases clínicas, el número de ensayos para solicitar el registro y el de pacientes que hay que incluir, lo que aumenta el coste”. Además, explicó que “el retorno de la inversión es cada vez más complicado porque aparecen nuevos competidores”.
Por su parte, Amelia Martín, secretaria de la Plataforma Tecnológica Española de Medicamentos Innovadores (Ptemi), aseguró que tienen todo para ser competitivos, “un SNS potente, investigadores de prestigio… Pero algo está fallando”. Según ella, eso que falla es la puesta en marcha de desarrollos clínicos, “un mal común a la industria”, la falta de estandarización de documentos, la descoordinación y que los contratos con las CC.AA. no son vinculantes para los centros.
Igualmente, enumeró algunas de las iniciativas que ya se llevan a cabo en España para solucionar los cuellos de botella: el proyecto BEST, la base de datos Metrix o la propia Ptemi. Respecto a la participación en la primera convocatoria de la Iniciativa de Medicamentos Innovadores (IMI), apuntó que desde España se presentaron 26 propuestas de interés, y que cuatro de ellas están situadas en primer lugar.
Gestión de proyectos
Si bien las acciones anteriores son fruto de la iniciativa de la industria como colectivo, Pedro Berga, director de Gestión de I+D de Almirall, analizó lo que se puede hacer dentro de cada compañía. Berga destacó la importancia del departamento de gestión de proyectos, “que hace 15 años ni se conocía”.
Entre sus funciones están acortar el tiempo de desarrollo “identificando los cuellos de botella y anticipándose a las necesidades”, presupuestar el proyecto y localizar sinergias entre compañías. Todo ello para “en 2010, dedicar 2010 días a la I+D”. Es decir, un plazo de cinco a seis años.