Los expertos destacan la importancia de la investigación para incrementar la calidad asistencial y reducir el gasto en el sistema de salud

La tasa española de inclusión de pacientes en ensayos clínicos está en torno al 10%, muy por encima de Estados Unidos y la Unión Europea

| 2009-06-07T18:20:00+02:00 h |

María arribas

Madrid

La lucha contra el cáncer gana posiciones en nuestro país, tal y como se reflejó en el transcurso del café de redacción “Oncología e investigación en España. La importancia del ensayo clínico en el desarrollo de nuevos fármacos frente al cáncer”, organizado por Contenidos e Información de Salud. Y es que lejos de la idea generalizada de que España está a la cola en investigación, la realidad demuestra que estamos muy por encima de los países de nuestro entorno en lo que a avances en oncología se refiere.

Prueba de ello es la alta valoración que los especialistas españoles alcanzan a nivel internacional, tal y como subrayó Álvaro Rodríguez Lescure, jefe de Oncología del Hospital Universitario de Elche. “Hace unos años eran contados con los dedos de la mano los oncólogos que realmente pudieran hablar de tú a tú en los foros internacionales y que fueran una referencia. Ahora se ha multiplicado el número de forma importante”, manifestó.

En apenas 20 años, nuestro país ha dado un gran salto en la investigación contra el cáncer. La temida fuga de cerebros parece haber disminuido en oncología, y eso ha revertido en una mejora de la calidad asistencial que reciben los pacientes. Sin embargo, el apoyo de la Administración vuelve a ser, para los expertos, la gran asignatura pendiente de la investigación oncológica española.

Pocos fondos públicos

Frente a la ingente cantidad de recursos invertidos por la Administración estadounidense en I+D farmacéutica —el 60 por ciento del gasto mundial en farmacia viene de Estados Unidos—, los centros españoles dependen de la industria para poner en marcha sus investigaciones. “Para seguir adelante es fundamental la implicación de la Administración. Mientras que cualquier grupo cooperativo en cualquier patología en España puede mantener su independencia intelectual y científica, aunque dependa en el 95 por ciento o más de las aportaciones directas o indirectas de la industria farmacéutica, en Estados Unidos es al revés”, aseguró Rodríguez Lescure, que añadió que en ese país el porcentaje dedicado a la investigación se invierte a favor de la Administración, frente a las limitaciones que existen en España.

Para Daniel Castellano, del servicio de Oncología del Hospital 12 de Octubre de Madrid, el problema en España está en la falta de percepción de la investigación como una parte fundamental de la asistencia médica. “Al modelo le falta maduración. El cambio de estructura debe venir del hecho de que la I+D se empiece a consolidar y a identificar en España. Ahora se tiene la idea de que es algo bueno, pero no existe el apoyo que sí hay en Estados Unidos”, indicó.

Que investigación y cáncer deben ir de la mano es algo que tienen muy claro los expertos. Así, Rodríguez Lescure aseguró que son conscientes de que, en la oncología, “la investigación no es algo opcional sino una necesidad asistencial”. Sin embargo, incidieron en subrayar las enormes dificultades que hay que salvar en España para poner en marcha un programa de investigación. “Probablemente lo más complicado es la gestión del ensayo en sí. Las ideas son fáciles y en España las ideas son las mismas que fuera. Sin embargo, lo que se puede hacer en Estados Unidos en seis meses, aquí tarda dos años porque hay una serie de pasos que son difíciles en medio”, aseguró Castellano.

Los trámites burocráticos y la búsqueda de apoyos de la industria farmacéutica se convierten en un largo proceso que lleva al agotamiento de las ideas mucho antes de que empiece el estudio, que muchas veces es desarrollado por otro equipo de investigación. “Tienes que buscar el apoyo de la industria farmacéutica, salvo que sea la propia industria la que de algún modo te haya buscado a ti. Luego entras en temas burocráticos de papeles, trámites, seguros, aprobación, paso por el comité… Es mucha diferencia respecto a Estados Unidos y eso hace que las ideas se vayan quemando”, indicó Castellano. Y es que, según él, “cuando tienes una idea genial y finalmente consigues poner en marcha el estudio, lo más normal es que allí ya hayan cerrado otro ensayo sobre lo mismo”.

Para Rodríguez Lescure el problema no acaba una vez que se obtiene el permiso administrativo, sino que ése es sólo el primer obstáculo a superar. Después vienen los problemas derivados de la selección de un equipo de profesionales adecuado. “Para hacer un ensayo clínico necesitas médicos investigadores, pero también data managers y coordinadores científicos y de investigación que, en una inmensa mayoría de los centros, no dependen ni están soportados por la Administración. No se contemplan como personal rutinario y tiene que haberlo, igual que tiene que haber oncólogo y que tiene que haber un traumatólogo y un cirujano. Sin ellos es imposible llevar a término un ensayo clínico”, afirmó.

Buscar calidad asistencial

Una vez planteadas las dificultadas para llevar a cabo un ensayo clínico en nuestro país, la pregunta lógica parece ser si realmente los pacientes están dispuestos a participar en un programa de investigación clínica en los centros españoles. ¿Se conciben estos programas como experimentos oscuros en los que se trata a los pacientes como cobayas? Para los expertos, la respuesta a esta pregunta es no. En la sociedad no existe ese miedo que muchas veces se asocia a los ensayos clínicos.

En este sentido, Rodríguez Lescure consideró que la realidad, lejos de viejos prejuicios, es que los pacientes suelen considerar algo positivo que en su centro hospitalario se lleve a cabo un programa de investigación. “Cuando informas a un paciente de lo que tiene, de cómo lo tiene, cómo está, cuáles son sus perspectivas y lo que puedes ofrecerle, cuando lo explicas de verdad, la tasa de negativas es muy baja, porque como es lógico intentamos tener programas que sean interesantes para los pacientes”, manifestó.

A través de su experiencia en el 12 de Octubre, Castellano corroboró la afirmación del oncólogo. Así, según él, “hay muchos pacientes que cuando vienen a la consulta ya te vienen diciendo que se han informado y han visto que hay un estudio. La población en general ya ha aceptado que la investigación es un foco de calidad frente a otros centros”.

Los datos de adhesión de pacientes a ensayos clínicos en España corroboran la opinión de ambos doctores. Mientras que en Estados Unidos, considerado como el líder de la investigación clínica a nivel mundial, sólo dos de cada cien pacientes entran cada año a formar parte de un programa de investigación, en nuestro país los números se mueven en torno al 10 por ciento.

Se trata de cifras muy superiores, sobre todo si se tiene en cuenta la diferencia de población existente entre los dos países, que, como recordó Rodríguez Lescure, suelen llamar la atención de los especialistas americanos que “pueden darse con un canto en los dientes incluyendo un 2 o un 3 por ciento de los pacientes” en un programa de investigación.

Programas muy específicos

El rápido avance vivido en los últimos años en el campo de la oncología ha cambiado el modo en que se conciben los programas de investigación. Si hasta hace poco más de una década sólo se tenía un conocimiento general de los tipos de tumores, hoy los expertos reconocen que es impensable abordar el tratamiento de cánceres como el mamario, el de pulmón o el colorrectal sin acotar sus características en función de los distintos tipos biológicos.

“La entrada de nuevas moléculas ha revolucionado la investigación”, explicó Rodríguez Lescure, que añadió que “hay programas con moléculas concretas para tumores que tiene un primer apellido y un segundo. En cáncer de mama ya no se concibe el tratamiento de otro modo. Y eso poco a poco va pasando también en el de pulmón, en el colorrectal y demás. Se trata de abarcar el mayor número posible de situaciones”.

El cáncer de mama es uno de los ejemplos más claros, por el alto número de características tumorales conocidas para esta neoplasia. En el Hospital Universitario de Elche hay programas de investigación clínica para todos los tipos tumorales de la mama, independientemente de la clasificación de la axila: programas de adyuvancia para cáncer de mama HER2+; programas de adyuvancia para cáncer de mama HER2-; para tumores luminales en menopausias…

Con un número de moléculas tan elevado en el mercado, los expertos coincidieron en señalar que el futuro del cáncer está en los tratamientos personalizados. “Probablemente eso nos venga bien y nosotros forcemos a las compañías a que inviertan dinero aunque probablemente sea poco rentable a veces”, aseguró Castellano.

Pero, a pesar de que cada vez se sabe más del cáncer y se descubren más formas de tratamiento, no se puede olvidar que la meta aún está lejos de conseguirse, tal y como apuntó en este encuentro el oncólogo del 12 de Octubre. “Conocemos factores clínicos que ya consideramos antiguos, algunos factores pronóstico específicos del tumor y ahora empiezan a surgir los moleculares y bioquímicos que están ayudando a poder seleccionar pacientes para probar nuevas moléculas pero es un terreno muy incipiente todavía. Creo que el modelo que todos nos hemos propuesto como meta es evolucionar hasta un perfil génico de cómo evolucionan los tumores”, afirmó.

Ayuda de la industria

A pesar del optimismo general por la evolución que ha experimentado la oncología en los últimos años, uno de los aspectos más destacados en el encuentro fue el de la deuda que el mundo de la investigación tiene pendiente con la industria farmacéutica.

Para Rodríguez Lescure, la oncología tiene mucho que agradecer a las compañías farmacéuticas. “Sin industria no habría investigación. Es un hecho. A quien le resulte una frase dañina tendrá que acostumbrarse a que eso es así. La investigación, indudablemente, cuesta muchísimo dinero y si la Administración no pone ese dinero, alguien lo tendrá que poner”, manifestó.

A este respecto, abordó la necesidad de reformar el modelo investigador, en el que es necesario que haya un mayor reconocimiento de la investigación por parte de la Administración, ya que ésta supone una necesidad asistencial para los pacientes. Pero además, según Rodríguez Lescure, “tiene ventajas para la Administración en cuanto a los costes” puesto que “los programas de investigación clínica suponen un ahorro muy importante para el sistema de salud”.

En este punto coincidió Castellano, para quien el nuevo modelo de estructura investigadora debería contar con la integración de las compañías farmacéuticas en su organigrama. “De algún modo, las compañías farmacéuticas nos han permitido llegar hasta aquí. No podemos decirles que el dinero lo vamos a gestionar nosotros y vamos a hacer lo que queramos con él”, dijo. Por ese motivo, consideró que “habría que implicarlas y yo creo que la industria está deseosa de apoyarnos y llegar a los hospitales con fundaciones o investigaciones en las que puedan dar su opinión. Ése debe ser el futuro. Pero siempre surge una pregunta: ¿dónde está el dinero destinado a investigación?”.