Ángela de Rueda Madrid | viernes, 19 de febrero de 2016 h |

¿Cuántas veces ha ido de aquí para allá, como el conejo de Alicia en el País de las Maravillas, corriendo a toda prisa, mientras miraba el reloj como si se esfumaran los minutos? En esas ocasiones parece que el tiempo se evapora por culpa de algún ente que lo maneja a su antojo. Pues bien, hay poco de esotérico en esta situación y mucho de falta de organización. Así, cuando lo que está en juego es la gestión diaria de un negocio—digamos un laboratorio de formulacion magistral—, la consecuencia es la pérdida de control, de efectividad y por ende, la dificultad para optimizar la inversión realizada.

Por ello, el farmacéutico asturiano Martín Ramírez de Diego ha elaborado una guía en la cual ofrece consejos y, como él mismo explica, “abre las puertas iniciales para dar el salto”. De este modo, las directrices giran en torno a cómo llevar a cabo una correcta gestión del tiempo, centrada en el laboratorio de formulación magistral —aunque es igualmente aplicable a cualquier ámbito de la vida cotidiana—.

Como recomendación general, hay que calcular el tiempo disponible, para aprovecharlo al máximo. Conocer las tareas que se realizan habitualmente y organizarlas para que vayan de forma continua y adecuada al tiempo que se tiene. En definitiva, ajustar las necesidades de tiempo a tu trabajo.

Cómo empezar

Para llevar a cabo esto hay muchas reglas y métodos de trabajo, y cada uno suele escoger el que mejor le funciona. Por ejemplo, para Ramírez de Diego, una cuestión muy importante y que es recomendable que todo el mundo haga, es establecer rutinas, “acostumbrarse a hacer siempre lo mismo, a la misma hora y de una misma forma”, explica.

Antes de nada, lo recomendable es parar y valorar la situación en su conjunto. Es decir, hay que llevar a cabo un análisis global de la farmacia. Hay que dar un paso atrás y salirse del laboratorio, mirarlo en la totalidad de sus procesos. Para ello, ayuda mucho repasar qué fórmulas se elaboran habitualmente, de uno a tres años atrás.

Una vez se ha hecho esto, “el farmacéutico se puede sorprender al darse cuenta de que hay fórmulas que se repiten mucho. En función de estas, habría que ajustar los principios activos que se necesitan”, explica Ramírez. A partir de ahí, se puede llevar a cabo una previsión del material que va a ser necesario según la época del año. Con ello, el primer beneficio resultante es el control de los stocks, el mismo procedimiento que siguen habitualmente los laboratorios industriales.

En segundo lugar hay que aplicar normas de gestión del tiempo y de la productividad. Una de ellas es la “regla de Pomodoro”, que consiste en ponerse a trabajar durante 25 minutos, concentrado exclusivamente en ese trabajo, sin llamadas ni distracciones, y hasta que no pase ese tiempo uno no se mueve de la silla.Asimismo, hay que organizarse y distinguir lo urgente de lo importante y planificar.

Beneficios

Tener un laboratorio de formulación magistral sale rentable si lo llevas con cabeza. Hay que ir poco a poco, no se puede querer que llegue todo el trabajo de golpe. “Hay 2 opciones, la proactiva y la reactiva, o bien esperas a que la gente te pida el medicamento o puedes adelantarte”, recomienda el formulista.

Los beneficios de esta correcta gestión del tiempo se traducen en una mayor productividad, la mejora de la rentabilidad económica, y sobre todo en la posibilidad de disponer de más tiempo. Además, apunta Ramírez, “cuando se hace bien el trabajo se obtiene una gran satisfacción y realización personal”.

Además, si los clientes saben que ante un problema, el boticario le da la solución con la formulación, al final se les genera la necesidad de acudir a él. Esto genera también ventas cruzadas y con ello ayuda a rentabilizar la farmacia de otra manera.