Como ya se viene repetiendo en los últimos tiempos, respecto al control de temperaturas no solo en el interior de los almacenes mayoristas de toda Europa sino también en el transporte de los medicamentos a la botica al que obliga la Guía de Buenas Prácticas de la Distribución, el principal problema viene dado por “generalizar”. En concreto, en establecer en este mismo documento unos mismos requerimientos de aplicación en todo el Viejo Continente, con la idiosincracia climatológica presente en los diferentes países que lo conforman,
Tal como se puso de manifiesto en una reciente jornada organizada por la patronal europea del ramo —la Asociación de Distribuidores de la Salud—, las compañías mayoristas europeas piden una mayor “flexibilidad” por parte de las respectivas Administraciones nacionales —encargadas de velar por el cumplimiento de esta regulación dentro de sus fronteras— y dejar a un lado la estricta rigidez de estos controles térmicos. Una petición más insistente en el caso de la distribución farmacéutica nacional dado que “el control de temperatura en el transporte es un requerimiento especialmente complicado en españa, dado que en algunas de nuestras ciudades las temperaturas en verano son muy elevadas y mantener el habitáculo de las furgonetas por debajo de 25 grados es casi impsoible”, indica a EG Miguel Valdés, director general de la patronal nacional de distribuidores de gama completa (Fedifar) y asistente al encuentro organizado el 16 y 17 de marzo en Bruselas por la matriz europa GIRP.
Estos ruegos de la distribución ya han sido atendidos por algunos Gobiernos continentales. En este sentido, Valdés recuerda que “en algunos países, como Austria, las autoridades han aceptado ser flexibles en los transportes de medicamentos con una duración inferior a las tres horas, al considerarse que los medicamentos no se ven alterados”. En consonancia con el parecer de las autoridades austriacas, el director general de Fedifar estima que la duración que dure el camino del medicamento a la oficina de farmacia debe ser tenida en cuenta en estos requerimientos y, por ende, “parece razonable no utilizar los mismos parámetros para el transporte capilar que para transportes mucho más largos”. Todo ello sin obviar que, por buenas intenciones que haya, “adecuar las furgonetas requiere mucha inversión y tiempo; no se pueden sustituir ni adaptar de la noche a la mañana”.
Desde Fedifar se estima que la inspección nacional —que en el caso de España recae en los servicios autonómicos— debería ser flexible y atender a esa suerte de modelo ‘a la austriaca’. Una flexibilidad en las temperaturas registradas dentro de los vehículos que no implicaría en ningún caso irresponsabilidad de la Administración con la calidad del medicamento y, en última instancia, con la salud del paciente. “Estoy seguro de que las autoridades austriacas actúan con total responsabilidad cuando toleran desviaciones en el transporte capilar”, opina el director general de Fedifar.
A día de hoy, pese a la climatología de España e independientemente de la época del año “no existe el más mínimo riesgo para la calidad de los medicamentos si se produce una desviación de unos grados en los transportes desde los almacenes a las farmacias”, recuerda el representante de este agente de la cadena del medicamento. Si fuera el caso “seríamos los primeros en demandar rigidez a las autoridades”, manifiesta.
Diferentes ritmos y criterios
Paralelamente a estas reivindicaciones sobre el control de la temperatura en el transporte de los medicamentos, las distribuidoras nacionales vienen denunciando los diferentes ritmos y criterios seguidos en cada comunidad autónoma desde que arrancaron las inspecciones a los almacenes para conceder las ahora necesarias certificaciones. Una situación que ha provocado incluso que compañías que operan a nivel nacional —y cuenten con almacenes con mismos equipamientos— hayan recibido la certificación en alguna de sus instalaciones, mientras que en otras están a expensas de una segunda revisión.
En este sentido, a pesar del transcurso de las semanas “sigue habiendo problemas en alguna comunidad, aunque en parte se están solucionando”, confirma Valdés. Precisamente, con motivo de su participación en la misma jornada celebrada por el GIRP a la que asistió el representante de Fedifar, la jefa de Control e Inspección de la Aemps, Belén Escribano, defendió que el principal objetivo del Comité Técnico de Inspección creado por este organismo es la armonización de los procedimientos entre los distintos servicios de Inspección. “Nos consta que tanto la Aemps como muchas comunidades están haciendo un importante esfuerzo en la coordinación de las inspecciones, pero seguimos detectando algunas diferencias de criterio; esperemos que se imponga la unidad”, corrobora Valdés.
La diferencia de ritmos no solo se localiza a nivel interno, sino también fuera de nuestras fronteras. Por ejemplo, en Reino Unido se otorgaron más de 2.000 certificados de cumplimiento con la Guía de Buenas Prácticas a los pocos meses de su implementación, mientras que en Francia los almacenes ni tan siquiera han sido objeto de las primeras inspecciones. Mientras, en España, donde la acción inspectora se encuadra “entre las más exigentes de Europa” las inspecciones ya han dado como resultado cerca de 200 certificaciones. No obstante, el sector insiste en que la Administración sea flexible para que los almacenes se adapten en plazos razonables sin tener que acometer inversiones desproporcionadas o sin ver mermada su nivel de servicio a la botica.
Representantes de la patronal nacional de las distribuidoras de gama completa (Fedifar), con su presidente,Eladio González, y director general, Miguel Valdés, a la cabeza, mantuvieron un encuentro el pasado 30 de marzo con el presidente de la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados, Sebastián Franquis. En este encuentro, Franquis pudo conocer el “trabajo y compromiso social” realizado por este eslabón de la cadena del medicamento.