Facultativos consultados en el ‘Informe Soria’ reconocen compartir la percepción del usuario de que el fármaco genérico es peor que la marca

El precio de los nuevos medicamentos es visto como demasiado elevado por parte de médicos, pacientes, enfermeros y gestores del SNS

| 2011-03-04T15:44:00+01:00 h |

carlos b. rodríguez

Madrid

Hace más de diez años que entraron en el mercado español, pero son todavía, en buena parte, unos desconocidos. Los esfuerzos llevados a cabo por la Administración en esta década para fomentar en España una cultura del genérico no han tenido el éxito esperado, y no sólo entre los pacientes. La deficitaria educación sanitaria en torno a los genéricos tiene todavía que superar muchos recelos, incluso entre los propios médicos, a tenor de las opiniones vertidas en el ‘Informe Bernat Soria’.

La percepción de los facultativos es, por lo general, positiva. Creen que los genéricos son necesarios, aunque consideran que la política de su implantación ha sido mal promocionada por la Administración, lo que puede llevar a algunos profesionales a pensar que es un medicamento de menor calidad. “La misma percepción que tiene la población de que el genérico es peor que la marca la tienen muchos profesionales sanitarios”, reconocen.

Eso también es cierto. Los propios enfermeros reconocen la mala fama que los genéricos todavía tienen entre algunos pacientes, sobre todo en aquellos que aún relacionan calidad con precio. La competitividad de la política industrial no hace más que alimentar nuevas dudas entre los escépticos. Por ejemplo, al salir un nuevo genérico, algunos pacientes y médicos consideran que el laboratorio que ha ostentado la patente hasta ese momento lo desprestigia, con la creación de confusión.

Es más, esto lleva a una parte de los facultativos a pensar que los medicamentos genéricos no son de utilidad en su práctica clínica. “Dan la sensación de poca continuidad en el tratamiento, de incumplimiento, y esto como médicos nos preocupa”, aseguran.

El precio de los innovadores

A la vista de las opiniones vertidas en el informe, cabe preguntarse, además, por los efectos negativos de una política farmacéutica basada casi exclusivamente en bajar el precio de los fármacos que, en primera instancia, lleva a dudar sobre el precio de las innovaciones.

El precio de los nuevos fármacos es visto como demasiado elevado tanto por los gestores y los médicos, que no ven justificación para el aumento de precio “en docenas de veces”. Perciben esto como una amenaza para la sostenibilidad del SNS, de ahí que opinen que los precios deberían ajustarse a las posibilidades de la Administración y promuevan tándems que permitan llegar a pactos sobre medicamentos. “La cuestión es si realmente lo que conseguimos tiene ese precio y, sobre todo, tiene unas consecuencias para el sistema que lo desequilibra”, señalan los médicos en el informe.

“Medicamento para mí es una palabra dicotómica: dinero por un lado, curación por otro”, dice un enfermero. Tanto este colectivo como el de los pacientes mantienen sus dudas sobre el precio obtenido por el medicamento del laboratorio, ya que intuyen que el margen de explotación es excesivo, aunque están de acuerdo en el bajo precio de los medicamentos en España en comparación a otros países. Todos, de hecho, consideran que las medidas adoptadas por el Gobierno son sólo una parte de las que deberían adoptarse.

Como el petróleo…

Uno de los aspectos más mencionados es la necesidad de actualizar y adaptar el SNS a las nuevas circunstancias. En general se cree que la sostenibilidad está garantizada, aunque para ello hay que desarrollar nuevos modelos, más eficientes. “El SNS es un bien preciado que se agota, como se agota el petróleo…”, apunta un médico.

En general, se percibe un uso excesivo de los medicamentos, debido a una falta de educación del paciente o a una hiperprescripción. Además, se cree que el ciudadano no tiene conciencia de que, si no racionaliza su consumo, el sistema sanitario puede agotarse. Entre las campañas de educación sanitaria, la unidosis y la factura sombra, médicos y pacientes proponen sendas soluciones que, frente al copago, tendrían como fin penalizar los usos incorrectos.

En la sostenibilidad del SNS también jugará un papel fundamental una reforma de la financiación (finalista) y de la gestión. Los gestores ven inaceptable que un ciudadano tenga prestaciones distintas según donde viva y aseguran que las comunidades deben coordinarse mejor para racionalizar el uso del sistema y la Administración de medicamentos. “Un paciente en Andalucía lo rechaza el consejo asesor para administrarle la hormona de crecimiento, mientras que Cataluña lo admite”, afirman.