Sólo han pasado tres meses desde que hablar de la existencia o no de la crisis dejó de ser una cuestión de disputa política para ser una realidad palpable por todos. En este escaso periodo de tiempo, y muy especialmente desde finales de septiembre, los acontecimientos se están acelerando de tal modo que nadie duda de que el futuro a corto y medio plazo será complicado. De esta situación no se libra nadie y ya se está notando en el ámbito sanitario y farmacéutico, a pesar de ser un sector de productos de primera necesidad.
La semana pasada el Colegio de Farmacéuticos de Madrid hizo pública la situación en la que están las farmacias madrileñas y cómo les está afectando la crisis. Según advierte el COF, las ventas de productos de parafarmacia y medicamentos publicitarios (MP) están experimentando un descenso dramático, estimado en un 15 por ciento. Y eso que sólo estamos al principio de lo que se avecina.
Si tras sólo tres meses de aceptación de la situación económica que sufrimos sus repercusiones ya alcanzan a la farmacia, el futuro no se puede presentar más negro. Las ventas de parafarmacia y MP han sido durante mucho tiempo el soporte económico de muchas oficinas de farmacia, permitiendo que las boticas pudieran seguir ofreciendo sus servicios a pesar de los recortes, bajadas de precio y aportaciones con que las diversas legislaciones les iba obsequiando.
Si estas ventas caen al tiempo que se ajusta el cinturón de las ventas a través de receta del Sistema Nacional de Salud, la rentabilidad de muchas boticas podría estar en peligro.