Según el Informe Global de Competitividad del Foro Económico Mundial, España suspende en innovación

Las solicitudes de patentes españolas en Europa y Estados Unidos siguen muy por debajo de la media comunitaria

| 2010-10-15T16:30:00+02:00 h |

carlos b. rodríguez

Madrid

Mientras Europa empieza apenas a explorar las posibilidades de un paradigma que ya ha bautizado como un ‘Nuevo Renacimiento’ en torno a la ciencia, las cifras demuestran que, si realmente existía el famoso tren de la I+D, España puede estar perdiéndolo. Lejos de despegar, sus indicadores de innovación han caído en 2010, y su competitividad, fuertemente afectada por la crisis griega y el boom del déficit público, se aleja de Europa a pasos agigantados. Concretamente hasta las Islas Barbados. Allí la coloca el Informe de Competitividad Global 2010-2011 publicado por el Foro Económico Mundial. España se sitúa en el puesto 42, lo que supone una caída de nueve puntos con respecto al año pasado y su nivel más bajo de la historia de este ranking, que dura ya diez años.

En él, la innovación sólo es una de las 12 magnitudes que se tienen en cuenta, que van desde el tamaño de mercado hasta las políticas económicas, y pasan por las infraestructuras o la sanidad. El examen final suspende la economía española. Con 4,49 puntos, su competitividad a nivel mundial está a la altura de Puerto Rico. A nivel europeo, aún supera a Portugal e Italia, pero se separa de Alemania, Finlandia, Holanda o Dinamarca, que están entre las diez primeras del mundo. Otro factor que demuestra las dificultades de la economía española para ser competitiva es que, de un total de 139 países, nuestro país ocupa una de las primeras posiciones en pérdidas de posición, sólo superada por un conjunto de países africanos, Libia, Jordania, Eslovaquia y Grecia.

No es fácil de interpretar que el Sistema Nacional de Salud, aunque es uno de los mejores valorados del mundo (recibe una nota de 6 sobre 7 en las encuestas), haga descender a España al puesto 49 desde el 38 que ocupaba en el anterior informe, por mucho que como magnitud se mida acompañada de la Educación. No obstante, no residen ahí los problemas más importantes de la economía española. Jennifer Blanke, una de las autoras del informe, hace referencia al gasto público y a los problemas derivados del paro, a lo que habría que añadir un suspenso en innovación.

Suspenso en innovación

Ahí, la nota también empeora y lleva a descender seis puestos: del 35 al 41. No obstante, y a diferencia de lo que ocurría con la valoración del SNS, la relacionada con la innovación no es un hecho aislado. El último Libro anual estadístico de la UE, que incluye datos relativos al año 2006, confirma que España sigue en el vagón de cola de la ciencia y la tecnología europea en demasiados apartados.

De ellos, quizá el más notorio sea el relacionado con las patentes. En 2006 España presentó a la Oficina Europea de Patentes 30,5 solicitudes de patentes por millón de habitantes, mientras la media de la zona euro estaba en 106,7. La diferencia se dispara en cuanto al número de solicitudes de patentes presentadas en Estados Unidos: seis frente a 42,2. Es decir, siete veces menos que la media europea.

A pesar de que la transferencia tecnológica es el problema endémico de la I+D española, no es el único. Incrementar los gastos en I+D es uno de los objetivos clave de la Estrategia de Lisboa, pero los presupuestos para 2011 no ofrecen muy buenas perspectivas. El gasto en I+D en función del PIB es aún en España muy inferior frente a los países motores de la UE, con Alemania, Suecia y Finlandia a la cabeza. De los 27, sólo los dos últimos cumplen el objetivo de dedicar a I+D el 3 por ciento de su PIB. También se puede mejorar en otros aspectos como la proporción de empresas innovadoras, el número de investigadores o la proporción de empresas innovadoras que han introducido nuevos productos en el mercado.

Nuevo Renacimiento

Quizá el ‘Nuevo Renacimiento’ europeo sea la oportunidad que España necesita. Con la premisa de que el tiempo corre se reunieron en Sevilla en mayo de 2010, líderes de la investigación, la industria y la política europea para dar propuestas concretas a la sociedad europea de la post-crisis.

Las prioridades han quedado marcadas en diez recomendaciones que podrían quitar a España el farolillo rojo de la competitividad. A corto plazo, entre las medidas de acción inmediata se aconseja crear una patente única europea y redactar una Carta Abierta en materia de Innovación, así como concentrar los fondos de I+D en torno a temas relevantes.

El resto de estrategias, que pretenden impulsar la inversión en I+D con la creación de un fondo de capital riesgo europeo y la reducción de la carga fiscal a las tareas de investigación, deberían acometerse, bien a medio (entre tres y cinco años) o a largo plazo.