La Comisión Europea trabaja para desencallar la Directiva del Paciente Informado, cuyo futuro se traslada a la presidencia polaca

El auge de las búsquedas de salud urgen a adoptar medidas que garanticen sellos de calidad en páginas web y redes sociales

| 2011-06-24T16:15:00+02:00 h |

carlos b. rodríguez

Madrid

Hace meses, varios medios de comunicación se hicieron eco de una encuesta, realizada a través de la página de Facebook de la web www.sentidoysexualidad.com, que permitía conocer la opinión de 400 usuarias sobre la posibilidad de adquirir una nueva píldora del día después. El trabajo concluyó que el cien por cien de las mujeres prefería pagar un poco más por una pastilla que era “el triple de eficaz” que la usada hasta el momento. ¿Verdad o mentira? Poco importa. ¿Información o publicidad? Aquí está la cuestión. Mientras Europa se esfuerza en separar estos términos en la Directiva de Información al Paciente, la frontera entre ambos conceptos se diluye en las redes sociales.

Para algunos es un ejemplo claro de publicidad, una propaganda en toda regla, y además impune, de un medicamento de prescripción. Sobre todo porque, analizada desde el punto de vista de la información, la encuesta pierde fuelle: 400 personas, una escasa muestra, que, además, eran todas partidarias de la píldora del día después, sesgo estadísticamente inaceptable porque están suscritas a una página de Facebook que defiende su uso.

“Es como decir que el Papa Benedicto es querido en España en un referéndum a través de la página de la Conferencia Episcopal”, explica Carlos Adanero, profesor de información, publicidad y gestión del mercado farmacéutico en el máster de I+D+i de medicamentos de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Navarra. Pero el daño ya está hecho. “¿Cuántas personas habrán buscado qué producto es ese tan efectivo? ¿Hay algún fiscal que pueda acusar a alguien? ¿De qué? La publicidad ya está hecha y es tremendamente eficaz. Y Europa sigue más lenta que un elefante ciego”, añade Adanero.

Lo cierto es que el debate de la información al paciente de medicamentos de prescripción sigue atascado en Europa. La presidencia húngara ha querido sacar la directiva adelante, pero la postura de los estados que se oponen a ella sigue inamovible. Es el caso de España, como confirma Andrés Perelló, eurodiputado socialista de la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria (ENVI).

No ha llegado ninguna comunicación relativa al paquete farmacéutico aprobado por el Europarlamento. Por tanto, la Comisión trabaja en Información al Paciente, pero todavía no se ha llevado al Consejo de la UE. Los plazos de presidencia semestral indican que, de ocurrir, será ya durante la Presidencia polaca, que comienza el 1 de julio.

Eso si no se da marcha atrás en la directiva, que ahora mismo es una opción que no está descartada. En su momento, Perelló defendió una enmienda de totalidad a la directiva de Información al Paciente, y dice que el comisario de Salud, John Dalli, ya se mostró partidario de retirarla.

El fin del paternalismo

Pero mientras el debate prosigue, Internet no pierde el tiempo. Según el estudio internacional Bupa Health Pulse 2010, elaborado por Bupa, la empresa matriz de Sanitas, el 60 por ciento de los usuarios españoles hace un uso ocasional de la Red para temas relacionados con la salud y un 12 por ciento lo hace de forma habitual. Y los resultados no siempre pueden ser satisfactorios. De hecho, otro estudio, de la Universidad de Columbia, detectó que el uso de las redes sociales puede fomentar la utilización irresponsable de los medicamentos.

La primera pregunta que hay que hacerse es, por tanto, ¿por qué la gente busca información en Internet? Emilio Marmaneu, presidente de la Alianza General de Pacientes (AGP), observa en esta tendencia el cambio de un modelo “paternalista” a uno más participativo. Adanero lo comparte. “El paciente ha tomado poder y no le vale con el ordeno y mando del doctor del siglo XX”, señala.

La información que facilita la Agencia del Medicamento tampoco satisface del todo las necesidades de los pacientes. “Podría haber mucha más”, señala Marmaneu. Sin embargo, Adanero matiza que pese a que la información está disponible, está alejada del ciudadano. “Las fichas técnicas en principio son accesibles solamente a los profesionales”, dice.

Lo que está claro es que las redes sociales aportan un punto peliagudo al debate sobre la Información al Paciente porque no incluyen límites: cualquiera puede inventarse un label en Facebook o Twitter y publicar contenidos en un medio que es caldo de cultivo para el comercio de medicamentos falsos. “¿Pondrán un Gran Hermano en Twitter, en Facebook, en Linkedin, en Xing, en Tuenti?”, pregunta Adanero.

Por su parte, la industria farmacéutica ya ha exigido regular su comunicación en las redes sociales, pero hasta que esta petición sea satisfecha la única respuesta radica en la educación. Solamente cabe, en opinión de los expertos, informar a la población de páginas autorizadas a través de algún sello de calidad.