C. R. Madrid | viernes, 29 de abril de 2016 h |

Un modelo de patentes esenciales como el que ya existe en el sector de las telecomunicaciones, pero adaptado al sector farmacéutico. Éste es el concepto que la India ha planteado institucionalizar en su respuesta a la consulta de Naciones Unidas como vía para abordar el debate del acceso y la innovación desde el punto de vista de la salud pública.

La propuesta remitida por el gobierno hindú se sustenta en la idea de que los países de ingresos medios y bajos no son “un mercado relevante” para los fármacos de marca, cuyos precios resultan inasequibles en esos mercados. Y aunque los acuerdos ADPIC incluyeron salvaguardias, los gobiernos encuentran cada vez más dificultades para recurrir a ellas. La licencia obligatoria constituye un buen ejemplo. India reconoce el “alcance de la preocupación” que esta herramienta despierta en países desarrollados, motivo por el cual cree que “no es una opción viable” para afrontar la cuestión del acceso.

Patentes esenciales

De ahí parte, según India, la necesidad de plantear un modelo de patentes esenciales. La propuesta consiste en que una vez que se establezca un protocolo de tratamiento, todas las patentes establecidas como críticas para dicho tratamiento entren en la categoría de patentes esenciales. Todas esas patentes consideradas cruciales para implementar el protocolo deberían poder ser fabricadas por una compañía farmacéutica cualificada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La compañía innovadora que originó la patente participaría en un porcentaje a estipular de los beneficios obtenidos.

La propuesta hindú plantea también un mecanismo de implementación de este modelo de patentes esenciales. En un primer paso, la Organización Mundial de la Salud nombraría un comité de expertos formado por médicos especialistas y compañías de medicamentos genéricos e innovadores, expertos y representantes de los estados miembro de la OMS. Su misión sería la de establecer los protocolos de tratamiento para determinadas patologías. En un segundo paso se procedería a clasificar como patentes esenciales las incluidas en dichos protocolos. Dichas tecnologías quedarían a disposición de cualquier compañía farmacéutica. En último lugar tocaría decidir el reparto de beneficios. La propuesta contempla que se determine entre las dos partes implicadas (la compañía que originó el producto y la que lo fabrica), aunque India cree que sería positivo que la Organización Mundial de la Salud diseñara unas guías o recomendaciones orientativas en el proceso.