Antonio González
es periodista del diario ‘Público’
El 18 de noviembre el Gobierno detalló, de boca del secretario de Estado de Investigación, Carlos Martínez, la participación de España en el Consorcio Internacional del Genoma del Cáncer (ICGC), que constituye la mayor iniciativa de investigación sobre la genómica de los tumores puesta en marcha hasta el momento. Consecuencia lógica de la secuenciación del genoma humano, el proyecto tiene como objetivo conocer las bases moleculares de los tipos de cáncer más prevalentes, con el fin de desarrollar nuevos fármacos que permitan corregir las mutaciones en el ADN que desencadenan la enfermedad.
Aunque España se quedó fuera en el caso del genoma humano y del Hapmap, el primer mapa de la diversidad genética humana, ahora sí formará parte del grupo de ocho países que tratarán de secuenciar el genoma de los 50 tumores más frecuentes en el mundo occidental. En el caso de España se trata de la leucemia linfática crónica, y cuenta con cinco años para conseguir unos resultados que, al igual que ocurrió con el genoma humano, serán de libre acceso al no estar protegidos por ninguna patente.
España, que participa en esta iniciativa internacional a través del Carlos III, ahora en manos del Ministerio de Ciencia e Innovación, se gastará en este proyecto unos 15 millones de euros. Una cantidad que parece exigua comparada con otras partidas de gasto, sobre todo teniendo en cuenta que los investigadores de todo el mundo podrán beneficiarse de los avances que se produzcan en la secuenciación de todos estos tumores. Las compañías farmacéuticas podrán beneficiarse, sin tener que aportar fondos, de los logros del consorcio internacional.
Sin embargo, tal como señalaba el coordinador del proyecto en España, Elías Campo, del Hospital Clínic de Barcelona, “la participación de fondos está abierta”, y de hecho se esperan las aportaciones de entidades privadas. Resulta evidente que, a mayor inversión, los resultados serán mejores y llegarán antes. Teniendo en cuenta que se trata de la línea de investigación más prometedora para avanzar en el diagnóstico precoz del cáncer y desarrollar medicamentos que ataquen a la raíz de los tumores, este proyecto constituye una oportunidad única para que la industria farmacéutica demuestre su implicación con los problemas de salud que aquejan a la sociedad poniendo su granito de arena, y sin olvidar que los resultados que se obtengan serán un buen punto de partida para obtener productos innovadores contra el cáncer. Martínez decía el otro día que “es responsabilidad de los investigadores públicos generar conocimiento, y responsabilidad de las empresas transformar ese conocimiento en nuevas herramientas terapéuticas”, pero creo que en este caso, como en otros similares, la industria tiene mucho que decir a la hora de generar ese conocimiento.