Antonio González
es periodista del diario ‘Público’
No es un secreto que el sobrepeso es una epidemia en la mayoría de los países desarrollados, y tampoco que en los últimos años la población infantil se ha ido sumando de forma imparable a los colectivos donde este problema es más acuciante. Los expertos en salud pública y medicina preventiva coinciden en que esta epidemia tendrá consecuencias muy graves en el futuro, pero como ocurre siempre que un problema no tiene una solución posible en un horizonte de cuatro años los responsables políticos no han sido capaces hasta ahora de tomar medidas drásticas para atajar este problema.
Es muy positivo que finalmente las cadenas de televisión hayan decidido sumarse, aunque tarde, al código PAOS de autorregulación de la publicidad de alimentos dirigida a menores para prevenir la obesidad, suscrito en 2005 entre el Ministerio de Sanidad y la industria alimentaria. De hecho, la televisión es uno de los factores que más influyen en la tendencia creciente de la obesidad entre los más pequeños, no sólo por el contenido de ciertos anuncios y programas, que despiertan el deseo hacia bebidas y alimentos sumamente calóricos, sino también por el hecho de que los menores de 12 años dedican unas dos horas y media diarias de su tiempo libre a ver la televisión. Si sumamos este tiempo al empleado en jugar a la consola, hacer los deberes o utilizar el ordenador, lo cierto es que los niños españoles parecen tener poco margen para la actividad física.
Sin embargo, no se trata de demonizar a la televisión, ya que a ningún padre le obligan a poner a su hijo frente al televisor varias horas al día. En esta cuestión se olvida muchas veces que, además de las autoridades sanitarias y el sector de la alimentación o incluso las televisiones, también los padres, o mejor dicho, sobre todo los padres, tienen una enorme responsabilidad. Y es que por cómodo que resulte tener a los niños frente al televisor, fomentar o no impedir un modo de vida sedentario está condenando a los niños a ser adultos enfermos.
Es cierto que en los últimos años está aumentando la concienciación, pero las medidas tomadas hasta ahora no son suficientes, y el problema sigue creciendo. Si en 2006 los datos del ministerio indicaban que la obesidad y el sobrepeso afectaban al 27,5 por ciento de los menores de 17 años, el estudio Perseo realizado entre 14.000 escolares de primaria revela que el exceso de peso se ceba ya en el 35 por ciento de la población infantil.
En definitiva, está muy bien eso de la autorregulación de la industria, y está todavía mejor que las televisiones se sumen, y que haya multas. Sin embargo, hacen falta más medidas, tanto de tipo coercitivo como de concienciación social, que incidan tanto en la industria alimentaria como en las familias y las escuelas. Aunque la prevención no ha sido nunca el fuerte de los distintos responsables sanitarios, todavía estamos a tiempo de conjurar un problema que puede hipotecar el futuro de la sociedad española.