| viernes, 14 de octubre de 2011 h |

Antonio González es periodista del diario ‘Público’

El pasado viernes el Consejo de Ministros ratificó el cese de José Martínez Olmos como secretario general de Sanidad, certificando al mismo tiempo el final del ciclo del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en materia sanitaria. Pocos dudan a estas alturas de que Martínez Olmos ha sido el verdadero ministro de Sanidad en la sombra de Zapatero, el auténtico muñidor de las políticas sanitarias sobre todo en esta última legislatura. Hoy por hoy nadie conoce cuál será el futuro de Martínez Olmos, una vez que ha decidido presentarse a las elecciones en las lista del PSOE por Granada, pero sabemos que se va un político sanitario de talla que, de haber sido las cosas como deberían, hubiera sido seguro un buen ministro. Ya sé que, de darse una hoy una sumamente improbable (por ser optimistas) victoria socialista el 20-N, el hasta hace poco número dos de Sanidad sería uno de los candidatos con más peso para ocupar la máxima responsabilidad en el Paseo del Prado, pero siendo más realistas, también será positivo contar con él en la oposición.

Se va el ministro en la sombra, y con él el gobierno de Zapatero, dejando un balance en general positivo, si bien pecando de una falta de decisión y de voluntad política en la última fase que deja al Sistema Nacional de Salud en uno de los momentos más peligrosos de su historia. En lo positivo del Ejecutivo socialista desde 2004, a bote pronto, figura sobre todo el gran paso adelante dado con la Ley antitabaco, en sus dos fases, las impulsadas primero por Elena Salgado y luego por Trinidad Jiménez. También fue acertada la gestión de la crisis de la gripe A, sobre todo teniendo en cuenta que Jiménez era una inexperta en las lides sanitarias. Con Leire Pajín, más interesada desde el principio con todo lo que no tenía que ver con la Sanidad, el balance ha sido más bien discreto, también siendo optimistas, y pesan más los proyectos que no han podido salir adelante, sobre todo la Ley de Muerte Digna que ahora lleva Alfredo Pérez Rubalcaba en el programa, que las que sí lo han hecho, con mucho nombre y poco contenido, como la Ley de Seguridad Alimentaria o la de Salud Pública. Sí es cierto que en este periodo se ha contenido el gasto farmacéutico, aunque el sacrificio no haya servido de mucho para el sostenimiento del sistema, mientras que el tan traído y llevado pacto de Estado por la sanidad sigue siendo una utopía.

Porque es en este ámbito, el de la sostenibilidad del sistema sanitario, donde está la gran asignatura pendiente del PSOE de Zapatero en Sanidad. Tras siete años de gobierno el PSOE no solamente no ha asegurado las bases económicas de la Sanidad pública, que con tanta fuerza impulsó a través de Ernest Lluch hace 25 años, sino que más bien las ha visto debilitarse con un sistema de financiación que no garantiza el futuro del sistema, y que da alas a las ansias privatizadoras del PP. Se trata, en fin, de un fallo que puede tener en el futuro, y ya está teniendo, graves consecuencias.