Las autoridades reguladoras y la industria se toman en serio la necesidad de desarrollar fármacos específicos para niños
| 2009-02-08T18:09:00+01:00 h |

Antonio González

es periodista del diario ‘Público’

Es un dato bien conocido, pero no por ello hay no hay que recordarlo: la mitad de los medicamentos que se prescriben para pacientes pediátricos no han sido estudiados ni autorizados para ese uso. El problema de la ausencia de fármacos adaptados para los niños es una de las asignaturas pendientes no sólo de la industria farmacéutica, sino de todos los actores relacionados con la asistencia sanitaria.

El clásico recurso de partir el comprimido para ajustar a ojo la dosis que necesita un niño debe ser recordado, cuanto antes, como una reminiscencia de nuestra infancia. Pero el camino a recorrer parece largo y difícil, y el proceso requiere del concurso de todas las partes implicadas. Así, los reguladores deben facilitar en lo posible las cosas a la industria para que el desarrollo de ensayos clínicos en este ámbito sea lo menos costoso posible; y la industria debe afrontar el aspecto pediátrico como un elemento más en el desarrollo de cualquier producto. Por último, los consumidores deben saber exigir los tratamientos cuando sean necesarios.

Es cierto que tras la aprobación en 2006 del reglamento europeo sobre medicamentos de uso pediátrico, tanto las autoridades como los laboratorios han empezado a tomarse en serio —qué remedio— esta cuestión, pero el principal obstáculo para avanzar sigue siendo el enorme coste y la falta de retorno que suponen para la industria este tipo de ensayos. Desde el sector farmacéutico se quejan, y con razón, de que antes de iniciar un estudio en niños habría que haber demostrado la validez del fármaco en población adulta, dejando los complejos ensayos pediátricos para una fase posterior.

En cualquier caso, la situación de la cuestión en Europa es envidiable si se compara con lo que ocurre en los países en vías de desarrollo, donde la carencia de estos productos se acaba traduciendo en un aumento de la mortalidad infantil. Sin ir más lejos, la Organización Mundial de la Salud calcula que unos seis millones de niños menores de cinco años fallecen cada año en los países pobres por no recibir medicación adecuada contra enfermedades que en el mundo rico apenas supondrían un absentismo escolar de unos pocos días.

Por eso, en este contexto de desesperanza, hay que destacar la labor de la especialista del Hospital Carlos III María José Mellado que, con el apoyo de la Agencia Laín Entralgo y la Sociedad de Infectología Pediátrica, reunió hace pocos días en Madrid a los principales expertos europeos en la materia para avanzar en esta materia. De hecho, España es uno de los países europeos más implicados en este problema gracias al concurso de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, que está constituyendo en su seno un nutrido grupo de expertos independientes para impulsar las formulaciones pediátricas. Sin embargo, da la impresión de que todavía es necesaria una voluntad política más decidida para poner realmente en la agenda esta necesidad. Nuestros hijos nos lo agradecerán.