Antonio González
es periodista del diario ‘Público’
La creación del Comité de Bioética de España, siguiendo los dictados de la Ley de Investigación Biomédica, fue todo un acierto en su momento. Este organismo, constituido en el pasado mes de octubre, tiene carácter consultivo y está formado por 12 expertos del mundo científico y jurídico que han sido elegidos por varios ministerios y las comunidades autónomas, lo que supone en la práctica que representan distintas sensibilidades y también formas diferentes de ver, desde la ciencia, los problemas éticos más relevantes vinculados a la salud. La primera de sus funciones es la de “emitir informes, propuestas y recomendaciones para los poderes públicos de ámbito estatal y autonómico en asuntos con implicaciones éticas relevantes” en el ámbito de las Ciencias de la Salud.
Hasta aquí, todo bien. Lo malo es, como siempre, cuando hay que pasar de la tinta a la realidad, cuando de sentirnos orgullosos de tener un flamante comité de bioética de ámbito estatal hay que pasar a darle trabajo y esperar el contenido de unos dictámenes que igual no nos gustan. O sí.
En cualquier caso, parece que a este paso nunca lo sabremos, porque el Comité de Bioética de España no ha recibido un solo encargo en cinco meses, y no es precisamente porque no haya asuntos “con implicaciones éticas relevantes” encima de la mesa en estos momentos.
De todos estos temas, el más relevante en este momento es la nueva regulación del aborto que prepara el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, una legislación a mi entender necesaria y oportuna, que no podía esperar más. Sin embargo, para dilucidar los ineludibles aspectos éticos de esta norma, el Ministerio de Igualdad de Bibiana Aído, al parecer ignorando la inminente constitución del Comité de Bioética, que por cierto no cae bajo su jurisdicción, decidió nombrar a su propio grupo de expertos, entre los que figuran, no sólo científicos o juristas supuestamente, sino también varios altos cargos de ministerios.
Tras el desplante, los miembros del ignorado Comité de Bioética de España decidieron, haciendo gala de su independencia, recurrir a la segunda de sus funciones y empezar a estudiar distintos asuntos por su cuenta. Entre estos asuntos se encuentra la objeción de conciencia de los profesionales sanitarios en caso de aborto, una cuestión sumamente espinosa que, casi con absoluta seguridad, tendrá que abordar la futura ley.
En definitiva, que en tiempos de hacer economías nos permitimos ser generosos en materia de comités de expertos. No quiero decir con esto que el Gobierno de Rodríguez Zapatero haya optado por quitarse complicaciones de encima en un asunto ya de por sí peliagudo, ni tampoco no se pueda gastar dinero en duplicar comités de ética, ya que si hay un asunto que se merece la máxima atención ahora mismo es la regulación del aborto.
Sin embargo, no parece de recibo tomarse todas las molestias del mundo para crear un comité de expertos dentro de una ley para luego usarlo de adorno. No despilfarremos recursos, y menos en cuestiones de ética, por mucha crisis que haya.