La práctica de los Estados miembro lleva desde hace algunos años a un precio único

Todavía sigue sin cubrir la necesidad de que evalúen sus políticas farmacéuticas

| 2011-02-11T16:27:00+01:00 h |

carlos b. rodríguez

Madrid

En un marco ideal las políticas farmacéuticas deberían adaptarse a la realidad local de cada país, pero en un mercado único como el europeo, donde las instituciones comunitarias velan por fomentar la libre circulación de mercancías, el asunto es complicado y copiar y pegar las políticas farmacéuticas tiene muchos inconvenientes. En Europa, esta práctica, unida a otras circunstancias, lleva a una convergencia de precios irreal: en 2007, según datos de la OCDE, la diferencia en los precios de los medicamentos en los 25 países de la UE podía ser del doble, mientras que el PIB per capita podía ser hasta 17 veces más alto en un país que en otro.

Se trata de una consecuencia del comercio paralelo y de los precios internacionales de referencia, por un lado, y, por otro, de la necesidad perentoria de todos los gobiernos de obtener resultados inmediatos de ahorro del gasto público en tiempos de crisis. Y unido a las diferencias que existen en cuanto al porcentaje del PIB que cada país destina al gasto sanitario, conduce a unas diferencias considerables en cuanto al gasto farmacéutico de cada estado.

Eslovaquia destina cerca del 40 por ciento de su presupuesto sanitario a medicamentos, entre otras cosas porque, comparativamente, paga mucho más caro los medicamentos que otros países, como puede ser el caso de Dinamarca u Holanda, donde la factura farmacéutica representan un 10 por ciento de su presupuesto. “Esta situación termina por afectar a los países de rentas más bajas, que no tienen capacidad para comprar los fármacos al precio que se pagan”, dice Jaime Espín, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública (Easp).

Pero el gasto público en medicamentos no es el único resultado de esta situación. También lo es la progresiva pérdida de competitividad en I+D de la Unión Europea con respecto a sus competidores, que a nivel de los Estados miembro se refleja en el alejamiento progresivo de los objetivos marcados en la Estrategia de Lisboa. Así lo puso de manifiesto este experto en un Foro del Observatorio de Salud en Europa de la Easp, que tiene como objetivo “acercar Europa” a los gestores y profesionales del sistema sanitario público y plantear una puesta al día en temas de la agenda política de las instituciones europeas con trascendencia para los sistemas sanitarios y la seguridad social de los Estados miembro.

Evaluar las políticas

Varias son las propuestas de actuación que Espín propone ante los retos futuros: mayor coordinación de las políticas farmacéuticas europeas; implementación de políticas basadas en la evidencia; mayor inversión de la I+D, financiación de la “verdadera innovación”, o mayor investigación pública en enfermedades raras y olvidadas. Pero para él queda sin cubrir la necesidad de que las autoridades sanitarias apuesten por evaluar el impacto de las políticas farmacéuticas que se llevan a cabo para evitar la continuidad del denominado ‘efecto pingüino’, descrito hace años en la literatura científica.

Como esas aves que imitan en su caminar el paso de sus compañeros, los países no han dudado hasta ahora en tirarse al agua y seguir la estela marcada por los países que optan por enfrentarse a la crisis con la reducción de precios. Una estrategia que puede ser eficaz, pero no muy eficiente. “Es como estudiar el día antes del examen. Al día siguiente de bajar los precios la factura baja, pero sólo a corto plazo”, comenta Espín. Este experto echa en falta medidas a largo plazo aplicadas a la demanda. “Con ellas, igual no habrían sido necesarias los descuentos del 7,5 por ciento en España”, manifiesta.

Y aunque las comparaciones son odiosas, en Europa hay buenos ejemplos de cómo incidir eficientemente sobre el gasto. Según Espín, “hay que empezar a incorporar sistemas de evaluación económica al estilo del NICE o de Suecia”. Además, y aunque reconoce que se trata de un tema complicado, comparte la opinión de reformular el copago farmacéutico para adecuarlo al nivel de renta y no a la edad de las personas.