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En carcinoma escamoso metastásico de cabeza y cuello, el anticuerpo monoclonal cetixumab (Erbitux), que inhibe el receptor del EGFR, es el primero en 35 años de investigación que ha logrado aumentar la supervivencia de los pacientes. Así lo explicaba Antonio Rueda, del Servicio de Oncología del Hospital Costa del Sol de Marbella (Málaga), durante el XIV Simposio de Revisiones en Cáncer celebrado en Madrid.
Los estudios realizados han demostrado que la asociación de cetuximab a quimioterapia, ya sea cisplatino y fluoracilo o paclitaxel, tiene efectos de prolongación de supervivencia global de una mediana de tres meses, y una tasa de respuesta objetiva de entre un 36 y un 55 por ciento (frente a un 20 por ciento con el tratamiento estándar anterior). Además, según añade Rueda, en lo que respecta a control de la enfermedad (estabilidad durante seis meses), la tasa supera el 60-70 por ciento.
Por otro lado, en carcinoma escamoso de cabeza y cuello localmente avanzado, resultados a cinco años avalan que asociar cetixumab a la radioterapia aumenta la supervivencia de los aproximadamente un 10 por ciento absoluto.
Según indicó Rueda, el tratamiento combinado con cetuximab se utiliza como terapia definitiva por las indicaciones actuales, si bien se está investigando su papel como adyuvante o neoadyuvante.
Hay varios estudios en marcha a nivel internacional que asocian a la quimioterapia neoadyuvante el anticuerpo monoclonal. Los resultados de los estudios preliminares y de los ensayos fase II son prometedores, pero de la fase III todavía no hay resultados disponibles.
Como tratamiento adyuvante, los trabajos están evaluando la combinación de radioterapia con cetuximab. Rueda confía en que se puedan presentar resultados en el congreso de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO) de este año.
Rueda detalló que se han estudiado fundamentalmente carcinomas de cuatro localizaciones: laringe, hipofaringe, cavidad oral y orofaringe, siendo éstos últimos los más incluidos en ensayos clínicos con cetuximab.
En lo que respecta a cáncer de mama, Eva Ciruelos, del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid, destacó que, si bien este tipo de tumores llevan “ventaja” en cribado e individualización del tratamiento, el 10 por ciento de las pacientes con cáncer de mama de reciente diagnóstico presentan metástasis. Y un 30 por ciento de las diagnosticadas es estadios precoces desarrollan recidivas a medio-largo plazo.
En cuanto al uso de fármacos quimioterápicos activos en estos tumores, como los taxanos y las antraciclinas, Ciruelos indicó que en lo últimos años, el empleo de antraciclinas ha sido debatido como terapia adyuvante, y no existe ningún marcador válido predictivo de respuesta.
“La limitación fundamental es la dosis acumulativa que previamente haya recibido la paciente, debido al riesgo de toxicidad cardiaca que se relaciona estrechamente con ella”, aclara la experta. Y para evitar este riesgo, hizo referencia al diseño de nuevas formulaciones de adriamicina, como la encapsulación en liposomas.
En otro sentido, una de las principales reivindicaciones que se realizaron en lo que concierne a cáncer de páncreas avanzado, que apenas alcanza una supervivencia del 5 por ciento, fueron el desarrollo de estrategias de cribado entre la población de alto riesgo e identificar marcadores tumorales específicos en sangre que permitan diagnosticar el tumor en estadios iniciales. Alfredo Carrato, del Servicio de Oncología Médica del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, destacó en su ponencia que actualmente se encuentra abierto el periodo de reclutamiento de un ensayo fase III con nab-paclitaxel en pacientes en estadio metastásico, que permitirá establecer la primera línea de tratamiento en estos casos.
Los tumores de orofaringe han sido los más incluidos en ensayos con cetuximab
El fase III con nab-paclitaxel en cáncer de páncreas metastásico determinará la 1ª línea