c. r.
Madrid
La legislación actual impide sustituir un fármaco biotecnológico por un biosimilar sin la autorización expresa del prescriptor. Sin embargo, en el ámbito hospitalario se plantea la posibilidad de realizar dicha sustitución sin conocimiento del médico. Que la sustitución sea establecida por la Comisión de Farmacia y Terapéutica de los hospitales, con la participación conjunta de médicos y farmacéuticos, es una opción más que posible, según Santiago Cuéllar, director del Departamento Técnico del CGCOF, y el resto de expertos que la semana pasada presentaron el informe Inesme “Equivalencias terapéuticas de los medicamentos biotecnológicos”.
Los biosimilares no son genéricos de los biotecnológicos. Son los aspectos diferenciales entre ambos los que, según Jesús Honorato, presidente de Inesme, hace que hoy día se plantee si es posible la sustitución. Si algo tienen claro los expertos es que, llegado el momento, la intercambiabilidad no debería hacerse automáticamente y bajo criterios económicos, ya que esas diferencias pueden tener consecuencias importantes.
“El beneficio del paciente es el que debe guiar nuestra actuación. Previsiblemente se producirá también una disminución en el precio de la molécula original y, en igualdad de condiciones, se seguirá prescribiendo el medicamento innovador”, aseguró Alfredo Carrato, catedrático y jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Ramón y Cajal.
El problema derivado de la sustitución se acrecienta ante la posibilidad de una extrapolación de indicaciones. La UE lo permite para el biosimilar que demuestre su equivalencia en la indicación principal, lo que inquieta a los médicos, partidarios de demostrar la eficacia en cada indicación.