Carlos Arganda
Madrid
La compañía danesa Lundbeck, que lleva en España 15 años, eligió especializarse en el sistema nervioso central para focalizar su actividad investigadora. Una tarea a la que dedica anualmente más del 20 por ciento de sus ventas y de la que ha surgido un amplio número de productos para el tratamiento de muchas de las enfermedades más penosas que existen: las del sistema nervioso central (SNC). El director general de la compañía en España, Xavier Martí, explica en esta entrevista concedida a EL GLOBAL las principales características de Lundbeck, así como su visión sobre el sector farmacéutico.
P. ¿Por qué se ha focalizado Lundbeck en los medicamentos para el sistema nervioso central?
P. Lundbeck lleva desde 1950 investigando productos innovadores. A partir de entonces se centró mucho en el SNC, porque en esos momentos se empezó a obtener productos novedosos. Eso nos ha llevado a conocer muy bien a los líderes de opinión mundiales en el campo de la neurología y psiquiatría, y nos ha permitido desarrollar fármacos, conociendo las necesidades que los pacientes y las de los médicos, neurólogos y psiquiatras que los tratan.
P. ¿Cuáles son las líneas generales que caracterizan la investigación realizada por Lundbeck?
R. Lundbeck tiene una facturación de 1.500 millones de euros y teniendo en cuenta que más de un 20 por ciento se está invirtiendo en I+D+i, supone que más de 300 millones se están invirtiendo en investigación muy especializada, focalizada en el SNC. Además, en 2009 y 2010 está previsto que el porcentaje supere el 25 por ciento de las ventas.
P. ¿Y cuál es el fruto?
R. El fruto de todo ello son fármacos innovadores en el campo de la depresión, ansiedad o esquizofrenia, entre otros. Tenemos productos en diferentes fases de desarrollo. Dos de ellos, para depresión y ansiedad, son fármacos descubiertos por Lundbeck, pero llegamos en 2007 a un acuerdo de desarrollo conjunto con Takeda. Por otro lado, también tenemos un acuerdo con Solvay para bifeprunox, un antipsicótico que está en fase III. Para el ictus seguimos con el desarrollo de desmoteplase, diseñado para ser administrado entre las tres y las nueve horas después del accidente cerebral. También estamos en fase III con nalmefene, para el tratamiento del alcoholismo. Aparte de los que estamos comercializando y que se siguen investigando para nuevas indicaciones.
P. ¿Qué procesos de investigación llevan a cabo en España?
R. En España estamos participando en fases II y III en los hospitales más importantes.
P. ¿Cómo se están comportando los productos ya comercializados?
R. En España Cipralex (escitalopram DCI), junto con nuestro licenciatario Almirall, es líder en el mercado. Es el producto más prescrito en pacientes con depresión y la ansiedad asociada. Ebixa (memantina DCI), junto con nuestro comarketer, Grunenthal, es el segundo tratamiento de elección en la enfermedad de Alzheimer. Por otro lado, Azilect (rasagilina DCI), para el párkinson, está dando muy buenos resultados, sobre todo con la publicación del estudio Adagio, que ha demostrado cómo rasagilina confiere neuroprotección a los pacientes que han iniciado tempranamente el tratamiento versus pacientes que lo inician más tardíamente. Con el inicio tardío del tratamiento nunca se llega a alcanzar los beneficios que ha aportado rasagilina al inicio temprano del tratamiento.
P. La formación es también clave para Lundbeck, ¿no?
R. En efecto, en Lundbeck no estamos únicamente investigando para dar a la sociedad fármacos innovadores sino para abordar las enfermedades mentales también desde la psicoterapia.
P. ¿Podría usted ponernos algún ejemplo?
R. Ya es el cuarto año que llevamos haciendo el programa de formación con residentes en MIR. Y hemos iniciado este año en neurología y geriatría un programa de formación involucrando a líderes de opinión. Además, en atención primaria estamos formando en depresión. Hemos involucrado este año a más de 5.000 médicos con casi 800 grupos de trabajo en toda España. Nuestra apuesta no es sólo investigación sino también la forma de abordar la enfermedad desde el punto de vista de la formación.
P. Uno de los problemas de las enfermedades mentales es el rechazo social. ¿No es necesario formar también a la sociedad?
R. Sí, de hecho ya estamos teniendo algunas iniciativas para empezar a hacer cursos de formación a asociaciones de pacientes y familiares en coordinación con los médicos y psiquiatras que están tratando a este tipo de enfermos para que haya una educación. Primero, romper el estigma de lo que es la enfermedad. Segundo, tratar de ayudar al enfermo, mejorando su calidad de vida, porque no todo acaba en construir un fármaco, es necesario un seguimiento. Y quién mejor que una empresa especializada que sólo trabaja en el campo del SNC.
P. Hasta hace poco parecía que la industria farmacéutica era inmune a la crisis, pero en estos momentos hay muchas reestructuraciones, ¿Cómo ve este asunto?
R. Creo que la industria farmacéutica lo que está sufriendo es mucha presión por parte de las autoridades. No sólo en España, también en otros países, ya que quieren reducir su factura farmacéutica. La crisis del sector farmacéutico va a estar más en manos de la Administración que no de la demanda social.
P. ¿Y cree que puede afectar en el ámbito de la investigación?
R. En el sector farmacéutico la crisis no debería convertirse en una merma de la investigación de fármacos. Creo que la apuesta por la investigación viene con un apoyo a las patentes de los fármacos y, últimamente, ha habido mucha controversia en este sentido. Yo creo que se está un poco engañando a la sociedad diciendo que las empresas innovadoras no quieren que los pacientes tengan acceso a fármacos asequibles. Creo que es importante que nos preguntemos si queremos que nuestros nietos tengan fármacos innovadores en relación a los actuales, tal y como nosotros los hemos tenido en relación a nuestros abuelos. Las patentes defienden la innovación y si la industria innovadora no está respaldada por una buena ley de patentes, como pasa en algunos países, o en España, que es ambigua, nuestros nietos van a tener los fármacos que tenemos ahora, puesto que la inversión en I+D depende de ello.
P. ¿Hay marco para la convivencia entre innovadores y genéricos?
R. Por supuesto, las empresas innovadoras y las de genéricos tienen su parte en el mercado, tienen que convivir. Lo que se necesita es una organización de las patentes y un reconocimiento de las patentes por parte de la Administración, y que no haya esas lagunas legales, que lo que hacen es que unas empresas quieran adelantar el lanzamiento de los genéricos y otras busquen triquiñuelas. Considero que eso no es bueno.
P. ¿Conviven con las exportaciones paralelas?
R. Como todas las empresas innovadoras con productos en fase de introducción. España es uno de los países donde los precios de los productos innovadores, que nos da el Ministerio de Sanidad, es de los más bajos. Eso puede provocar exportaciones paralelas.
P. ¿Habéis tomado medidas para evitarlo?
R. El tema está más o menos controlado. No hay grandes problemas.
Un 63 por ciento de las acciones de Lundbeck está en manos de la fundación que dio origen a la compañía farmacéutica. Por ese motivo, su director general, Xavier Martí, afirma que “la RSC no es un tema publicitario, aunque puede llegar a vender mucho”. Para él, la RSC “es innata en Lundbeck”, y es que en el caso de la compañía danesa una fundación vela por que la empresa sea rentable pero que esa rentabilidad se reinvierta en una misión clara: la mejora de la calidad de vida de los pacientes con enfermedades mentales.
Ésa es para Martí la base de una verdadera política de RSC. “Los propietarios tienen como misión, la misma que nos establecemos como empresa, no sólo la rentabilidad”, afirma el director general de Lundbeck. En este sentido, una de las últimas novedades para dar a conocer la enfermedad mental es SNC-film, un proyecto que apoya a estudiantes y realizadores noveles para que lleven a cabo cortometrajes sobre las enfermedades mentales. El objetivo, según confirma Martí, es claro: “Desestigmatizar al enfermo mental”.