Dr. Bartolomé Beltrán, director de Prevención y Servicios Médicos del Grupo Antena3
La mejor noticia saludable del año en lo social la acaba de dar Farmaindustria, que ha saltado con pértiga informativa de gran calado por encima de sus homólogos de la CEOE y de la crisis que nos paraliza, aturde, inquieta y desmoraliza. El compromiso de la industria farmacéutica a mantener el empleo en el sector ha sido un golpe maestro de la cúpula de la pócima y el medicamento. La historia empezó en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo donde, días atrás, cuando amanecía septiembre y el personal estaba despistado, Humberto Arnés, el directorazo general ‘de la cosa’ dijo que “la solución a esta crisis pasa por desarrollar industrias que mejoren los indicadores más negativos de la economía española, y la farmacéutica es una de ellas”.
Vamos a recordar: Arnés matizó que la productividad de la industria farmacéutica es un 71 por ciento superior al del conjunto de la economía española. Y, de repente, van y presentan al ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, un documento de compromisos en materia de empleo. El mantenimiento del volumen total de empleo del sector durante los próximos tres años, en torno a 38.000 personas, con un significativo impacto positivo en las más de 200.000 personas de empleo directo e inducido. La industria farmacéutica, consciente de la importancia de la formación, también se compromete a realizar unas inversiones próximas a los 800 euros por empleado y año.
El presidente de la patronal, Jesús Acebillo, junto a Ángel Fernández, Rafael Juste, Antonio Esteve, Jorge Gallardo, Manuel García Garrido, Javier Ellena y el propio Arnés han hecho un trabajo excepcional en el tiempo, en las formas y en el ejercicio de su responsabilidad. Corresponde al Área Sanitaria de este país un 35 por ciento de media del gasto sanitario de las comunidades autónomas.
Me parece que quien ha diseñado este escalonado plan de “marketing responsable” sobre un país en crisis y aplicando esquemas de economía sostenible es una acción de excelencia mediática, empresarial y social. No sé si el engranaje de los hechos y el diseño es de Acebillo, Arnés o de los cultos y experimentados profesionales de consejeros de comunicación con la batuta de Benito Berceruelo. Lo que sí les puedo asegurar es que estoy orgulloso de trabajar al amparo de esta industria que, por fin, saca las cartas sobre la mesa en un momento tan crucial de nuestras vidas.
Nunca he metido la nariz en esa central del sector ni tampoco me metí nada en el bolsillo que procediera de esa casa tan acostumbrados a atar los perros con longanizas, cosa que no puede decir todo el mundo, pero siempre me hubiera gustado que me hubieran respetado más informativa y profesionalmente. Creo que se aprovechan de que nunca he necesitado atenciones complementarias. Hoy, sin embargo, han conquistado mi corazón y todas las capacidades de análisis porque han navegado por la excelencia. Seguro. Enhorabuena don Jesús. Enhorabuena don Humberto.
