| viernes, 16 de septiembre de 2011 h |

Dr. Bartolomé Beltrán, director de Prevención y Servicios Médicos del Grupo Antena3

Tengo por costumbre en conversaciones privadas matizar que lo peor que le ha ocurrido a nuestra Sanidad en los últimos tiempos, sin menoscabo de todas las maldades acaecidas en el sector farmacéutico, que la gran culpable ha sido es y será la Vicepresidenta del Gobierno, Elena Salgado. Desde aquel RDL 5/2000 de la etapa popular hasta hoy, no ha habido mas que una continua sangría del área de los boticarios, los medicamentos y de la industria farmacéutica en su conjunto. Cada vez que ha habido recortes, financiaciones selectivas, catálogos, medidas o matices a las patentes, nos hemos puesto a temblar.

Es cierto que cada una de las áreas del sector está bien representada, y también es verdad que cada uno de los líderes sanitarios aparecen en entrevistas, semanarios, confidenciales, congresos o ponencias, y son figura del día durante todo el año. Vivimos en la ‘endogamia narcisista’, sin que nadie le ponga el cascabel al gato. Unos y otros, seres maravillosos a los que respeto, que atesoran grandes conocimientos no han servido en absoluto, ejerciendo sus cualidades, para frenar las puñaladas traperas al sector realizadas con nocturnidad y alevosía por parte de la vicepresidenta Salgado, con el beneplácito de sus respectivas compañeras de gabinete, tanto Trinidad Jiménez como Leire Pajín.

Muchos han sacado pecho para demostrar la buena relación. Se hizo desde los despachos de Farmaindustria de la madrileña calle Serrano o desde las diferentes organizaciones sanitarias, pero nadie ha dominado, conducido o argumentado con precisión y solvencia sobre lo que había que hacer para evitar las deducciones, revisiones, sanciones y decretos que al final han rubricado los distintos gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero.

Hemos dado la sensación contraria a lo que realmente es este sector en cuanto a su aportación como gran empleador público, dinamizador social y económico, a la vez que baluarte de la investigación en España. En efecto, parece que cuando nos restan potencia de fuegos y nos quitan márgenes en nuestras maniobras financieras, es como si todavía pudiéramos aguantar el tirón. O sea, otra vuelta de tuerca. No hay portavoz al modo de la CEOE, criterio unitario ni tampoco plataforma anti-decretazos. Solo palabras, fotonoticias y protestas que recuerdan el efecto de cuando hacemos rayas en el agua del mar.

Y ahora viene lo peor. Me entero de que una noche de jueves a punto de celebrarse al día siguiente un Consejo de Ministros en el que Rodríguez Zapatero iba a rubricar la implantación del copago, con un texto bien armado por parte de Salgado, la cosa al final no prosperó. Llamó en persona Trinidad a su amigo José Luis y le dijo textualmente: “José Luis, no me hagas esto. No quiero pasar a la historia como la ministra de Sanidad que implantó el copago. Te lo pido de rodillas, no me hagas esto”. Esa noche la que fue ministra de Sanidad y actual titular de la cartera de Exteriores paró el copago. Ustedes tienen la última palabra. Piensen y saquen conclusiones, porque yo seguiré instalado en una estrepitosa decepción. Es lo que hay. Seguro.