| viernes, 20 de mayo de 2011 h |

Dr. Bartolomé Beltrán, director de Prevención y Servicios Médicos del Grupo Antena3

En la última década hemos asistido a una explosión en lo que al conocimiento de la biología molecular responsable del origen de los tumores renales. La mayoría se producen por alteraciones relacionadas con el gen del von Hippel Lindau. Se calcula que aproximadamente el 80 por ciento de los pacientes con cáncer de células renales esporádico y prácticamente todos los hereditarios se producen por mutaciones en esta vía.

El gen del von Hippel Lindau codifica para una proteína del mismo nombre, llamada por su abreviatura VHL. Esta proteína VHL se encarga de señalar qué proteínas de dentro de la célula deben ser degradadas. Las mutaciones de VHL hacen que no funcione de manera correcta este sistema intracelular de degradación proteica, por lo que se acumulan dentro de la célula distintas proteínas, principalmente una que es clave para el desarrollo de los tumores renales y que recibe el nombre de Factor Inducible por Hipoxia (HIF).

La no degradación de HIF hace que se acumule dentro de la célula y pase al núcleo donde actúa como factor de transcripción de distintos genes implicados en la proliferación celular como, por ejemplo, el factor de crecimiento epidérmico (EGF) y en la angiogénesis o formación de nuevos vasos, como por ejemplo el factor de crecimiento del endotelio vascular (VEGF). La producción de estos factores de crecimiento induce el crecimiento descontrolado de células y de vasos sanguíneos que originan el tumor.

A este respecto, se debe destacar que la aplicación del conocimiento de la biología molecular y el desarrollo de nuevos fármacos que de manera selectiva bloquean las principales rutas de señalización, tanto de los tumores en su proliferación como de la formación de nuevos vasos, ha permitido que en los últimos cinco años dispongamos de cinco fármacos nuevos para el tratamiento de estos pacientes. Concretamente se dispone de tres fármacos que bloquean la angiogénesis del tumor y el crecimiento del propio tumor (sunitinib, sorafenib y pazopanib) a través de la inhibición de los receptores de los factores de crecimiento de estos procesos y que se encuentran sobre la superficie de estas células.

Por otro lado, disponemos de dos fármacos que impiden la cascada de señalización que transmite el estímulo de crecimiento en el interior de la célula, concretamente dos inhibidores de la proteína mTOR (everolimus y temsirolimus) que también son capaces de bloquear la proliferación celular.

La administración secuencial de estos nuevos fármacos permite que la supervivencia global de los pacientes sobrepase ampliamente los dos años en el momento actual con una toxicidad mucho más razonable. No obstante, según la opinión del doctor Alfredo Carrato, la investigación no se detiene aquí, ya que en el próximo congreso americano de Oncología (ASCO) que se celebrará en Chicago se esperan datos positivos de un tercer fármaco, axitinib, con un mecanismo de acción muy similar a los ya disponibles pero con la que parece una mejor tolerancia y una mayor selectividad.