Desde hace un mes los médicos de Castilla-La Mancha que prescriben medicamentos de varios grupos terapéuticos como los inhibidores de la bomba de protones (IBP), las estatinas o los ARA-II, ven como sus prescripciones se cambian automáticamente por un equivalente terapéutico de menor coste. Se trata de una nueva vuelta de tuerca que explora nuevas posibilidades de los sistemas de prescripción asistida y electrónica y ante la cual, la industria y los médicos ya han manifestado su más absoluto rechazo e indignación.
A principios de 2011 la comunidad manchega ‘innovó’ en sus procedimientos de prescripción con la exclusión de los sistemas de receta de varios productos estereoisómeros. En otras autonomías, como en el País Vasco, se utilizó el sistema de prescripción para convertir una receta de marca en una por principio activo en lo que se conoció como el ‘borrado de marcas’. Pero ningún servicio regional de salud se había atrevido a cambiar el principio activo prescrito por el médico, hasta ahora.
El paso dado por la consejería de José Ignacio Echániz cruza, sin duda una línea roja para los médicos. Desde que se inició el ‘ataque’ a las marcas tanto por parte de las autonomías como con el cambio legal del RDL 9/2011, los médicos en general habían aceptado el cambio de reglas de juego. Decían que ellos se conformaban con la elección del principio activo, dejando la selección de la presentación bien a los servicios regionales de salud o bien a los farmacéuticos. Consideraban que así se mantenía su libertad de prescripción. Ahora es libertad se ve claramente condicionada.
En este sentido, Juan José Rodríguez Sendín, presidente de la OMC ha afirmado a Gaceta Médica que si no se respeta el principio activo “acabaremos en los tribunales” porque “una cuestión es que se cambie un medicamento por un genérico, y otra cuestión es que se cambie un principio activo por otro equivalente”.
Ahorro de 35 millones
No obstante, esa advertencia podría no hacer mella en la consejería castellano-manchega a la vista de los ahorros que se lograría con la medida. El uso de equivalentes terapéuticos en estos tres grupos, que se concreta en el cambio desde cualquier IBP a omeprazol o desde cualquier estatina a simvastatina generaría un ahorro que el Sescam ha cifrado en 35 millones de euros anuales.
Además, según el servicio regional de salud, “no hay evidencia” de que algún IBP sea más eficaz que omeprazol a dosis equipotentes o de que haya alguna estatina más eficiente en la reducción del LDL colesterol plasmático que la simvastina.