L. Díaz
Madrid
Se cerró una semana de marcado perfil alcista, en claro contraste con el comportamiento de la segunda mitad de octubre. De los valores que integran el Índice Global, 21 de ellos cerraron al alza, en algunos casos con subidas muy significativas, frente a tan sólo 2 que sufrieron retrocesos. El comportamiento de este indicador ha estado en línea con el del conjunto del mercado, aunque con una subida ligeramente menor. La evolución en bolsa del sector farmacéutico, en un año tan difícil como el actual, viene siendo comparativamente muy superior a la del mercado, jugando, como ya se ha comentado en otras ocasiones, un papel de ‘sector refugio’ para inversores que buscan mayor seguridad dentro del mercado de renta variable.
Este comportamiento anticíclico ya se venía observando en años anteriores, con subidas menos intensas que las de las bolsas en los momentos de bonanza, pero con caídas asimismo más moderadas en periodos de bajadas. Si se analiza el periodo 2000-2008 se pueden distinguir tres fases en la evolución bursátil claramente definidas. Un primer periodo, 2000-2002, de marcado perfil bajista; un segundo periodo, 2002-2007, de intensas subidas; y un último periodo, 2008, de fuertes retrocesos.
En enero del año 2000 se lanzó el Índice Global, integrado por las principales compañías farmacéuticas de Estados Unidos, Europa y Japón. Partió con un valor inicial de 100, utilizándose a efectos de comparación otros dos indicadores, Ibex-35 y Bloomberg European 500.
En el primer periodo señalado, 2000-2002, el Índice Global cerró con una caída del 8 por ciento, mientras que los otros dos indicadores perdían hasta un 45 por ciento. En el segundo periodo, 2002-2007, el Índice Global tan sólo se revalorizó un 9 por ciento, muy por debajo del Ibex-35 y del Bloomberg European 500 que llegaron a doblar su valor. Por último, en 2008 el Índice Global acumula una caída del 10 por ciento mientras que los otros dos indicadores han perdido más de un 40 por ciento.
Detrás de este comportamiento diferenciado respecto al de la media del mercado puede haber distintas explicaciones. Por una parte la demanda de productos farmacéuticos es menos elástica que la de otros sectores económicos en relación al PIB, su evolución no va tan ligada a la de la renta disponible. Las ventas de esta industria no se ven tan afectadas ni por los momentos de auge ni por los de crisis, sino que responden a una demanda efectiva, más cercana a la de un bien primario. Esto conlleva que mientras que los beneficios de muchas industrias presentan una fuerte correlación con el comportamiento de la economía, no ocurre de un modo tan determinante en el sector farmacéutico.
Menor endeudamiento
Por otra parte, el nivel de endeudamiento de la industria farmacéutica es comparativamente menor que el de otros sectores. Se trata de una industria que presenta un elevado porcentaje de fondos propios sobre el total del pasivo, con un nivel de apalancamiento moderado. Esto conlleva que si bien la carga financiera tiene relevancia en su cuenta de resultados, su peso dentro del total de gastos sea sensiblemente menor que el de otras industrias lo que hace que su beneficio sea menos fluctuante ante variaciones de los tipos de interés.
Las principales partidas de gasto de este sector son personal, comercialización y marketing e investigación y desarrollo. Los dos últimos, con un peso muy significativo en su cuenta de resultados, son hasta cierto punto modulables por la empresa, lo que les permite ajustarlos al objeto de mantener cierta estabilidad en sus beneficios.
Los factores realmente determinantes de su resultado poco tienen que ver con el ciclo económico: por una parte, el lanzamiento de nuevos productos que resulten triunfadores, con repercusiones inmediatas y significativas en su cifra de ingresos; mientras que por la parte negativa juega un papel fundamental el vencimiento de patentes, con un impacto directo en la cifra de ingresos, así como posibles demandas a gran escala por efectos secundarios de los fármacos no detectados en las fases de investigación y desarrollo, que obligan a estas compañías al pago de indemnizaciones multimillonarias.
Todo ello conlleva que la cotización de estas compañías, cuyo último fundamento es el descuento de los beneficios futuros, no muestre gran correlación con el ciclo económico. En momentos de expansión los beneficios de este sector no muestran las mismas tasas de crecimiento que la de otros sectores, lo que mueve a muchos inversores a situar sus capitales en esas otras industrias que experimentan por ello fuertes subidas en bolsa. Por el contrario, en momentos bajistas el razonamiento de los inversores es justamente el contrario: al tratarse de una industria con mayor estabilidad en los beneficios los inversores acuden a ella a refugiarse, con lo que las cotizaciones de estas empresas resisten mejor la oleada vendedora.
En todo caso, hay que subrayar que se trata simplemente de rasgos anticíclicos y no de una correlación negativa perfecta. Es decir, cuando la bolsa baja, sobre todo con la intensidad con la que lo está haciendo en los últimos meses, la industria farmacéutica se ve por supuesto afectada y no es ajena a esta corriente vendedora, eso sí, con niveles de caídas inferiores.
Como conclusión a este análisis se podría decir que en estos momentos es un sector que puede ofrecer una mayor seguridad al inversor, si bien en el momento en el que se recuperen los mercados es previsible que su subida sea menor.