Vicent Camarasa Valencia | viernes, 12 de septiembre de 2014 h |

“Ha llegado el momento de que el sector haga un alto en el camino para valorar que tiene hecho cada parte. ¿Por qué trabajar diversas entidades sobre un mismo servicio? Hay que ir de la mano y no hacer cada uno su guerra”. Así se manifiesta Jaime Giner, presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia acerca de la proliferación de carteras de servicios profesionales de toda índole y tutoría (colegios, patronales, sociedades…).

Este ‘sobrestockaje’ de carteras de servicios, aunque habla bien de la implicación de todos estos agentes en aras del avance profesional, puede acabar jugando en contra de la propia farmacia comunitaria ante la Administración, siempre más propensa a estudiar estrategias globales. Precisamente, para cundir con el ejemplo y favorecer esas sinergias que optimicen recursos, el colegio que preside Giner ha firmado un convenio de colaboración con la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (Sefac) para el desarrollo conjunto de servicios profesionales en la botica.

En concreto, el acuerdo prevé que Sefac aporte los programas de capacitación para la asunción de nuevas funciones por parte de las boticas valencianas, mientras que el colegio, previo estudio y evaluación, los reconocerá como propios e incorporará a su programa de catálogo de servicios. Asimismo, las acreditaciones de las boticas también corresponderán al colegio.

Jesús Carlos Gómez, presidente de Sefac, recuerda que “por primera vez un colegio de farmacéuticos y una sociedad científica de la farmacia comunitaria vamos a colaborar conjuntamente en el desarrollo y prestación de servicios farmacéuticos, lo que supone un nuevo modelo de relación”.

Servicios que “no arruinen”

Gómez, recuerda que esta unión permite que “los farmacéuticos que se capaciten en los distintos servicios tengan un reconocimiento oficial (el colegio) y un aval científico (Sefac), con la garantía que esto supone para el paciente”.

El colegio comenzará la implantación del catálogo de servicios profesionales de forma progresiva, y siempre con un estudio económico previo sobre su viabilidad. El contexto actual, en el que nada hay claro sobre la posible retribución de estos nuevos servicios y quien debe asumirla, invita a ir con pies de plomo. “No se debe implantar y acreditar ningún servicio que pueda suponer un mayor ruina para las farmacias que lo presten”, concreta Giner.