Esta empresa familiar española introdujo la tecnología PET en la Península

Ahora fabrica radiofármacos y los distribuye por hospitales de España y Portugal

| 2011-06-10T16:12:00+02:00 h |

Una de las aplicaciones que puede darse a la tecnología PET- TAC es la de la evaluación de la eficacia de los fármacos. Sobre todo, aquellos indicados para el tratamiento de la enfermedad de cáncer. Es por eso que las compañías farmacéuticas se sirven de este desarrollo introducido en la Península por el Instituto Tecnológico PET para testar las moléculas en las fases preclínica y clínica. “Anteriormente solamente se podía usar con animales, en la etapa preclínica de los ensayos, pero no in vivo. Ahora, al marcarse la molécula directamente, sustituyendo un átomo de carbono por otro de carbono 11, se puede hacer el seguimiento de la molécula también en el hombre, para conocer cómo es su cinética dentro del organismo”, explica Miguel Ángel Pozo, asesor científico del ITP.

Así, los laboratorios que desarrollan fármacos contra el cáncer pueden usar esta tecnología para ahorrar tiempos y costes. De hecho, hay muchos de ellos que subcontratan la actividad investigadora con el Instituto Tecnológico PET.

FRancisco rosa

Madrid

El Instituto Tecnológico PET se creó en 1994, fruto de la estrecha colaboración de la Universidad Complutense de Madrid, que cedió una serie de terrenos junto al Hospital Clínico San Carlos a la familia Alfonso. A día de hoy es una empresa familiar con capital cien por cien privado que se dedica, pese a que sus orígenes estuvieron más vinculados al área de diagnóstico con la introducción en la Península de la tecnología PET, a la investigación y el desarrollo de radiofármacos.

“En 2003, después de que las autoridades aprobaran las pruebas PET y PET-TAC, comenzamos a trabajar en la fabricación de radiofármacos, ya que es un producto que no se puede almacenar y no teníamos la posibilidad de importarlos de países vecinos. Por este motivo, nos vimos obligados a montar un laboratorio con un ciclotrón, que genera un flúor radiactivo que nosotros tratamos en el módulo de síntesis para conseguir diferentes moléculas”, explica María Alfonso, directora del ITP.

Los radiofármacos que se fabrican en estos laboratorios están dirigidos, sobre todo, el cáncer, aunque también tienen su utilidad en el área de cardiología y la enfermedad de Alzheimer. “La molécula que tenemos aprobada en el ámbito de los radiofármacos es la fluorodesoxiglucosa (18 FDG), y ahora estamos en fase de registro de la florocolina. Esta última supera una limitación de la 18 FDG, que es el cáncer de próstata. Combinando el PET-TAC con la florocolina podemos ver si el paciente tiene un marcador elevado que no se percibe con otras técnicas, con todo lo que eso supone”, manifiesta.

Pero, ¿cómo actúan los radiofármacos en el organismo? El método de actuación es sencillo, ya que este lleva adherida una pequeña cantidad de glucosa. La célula cancerígena, que es joven y ávida de glucosa, absorbe el radiofármaco, que produce unos destellos de luz que son captados por la cámara PET-TAC, y que ofrecen al especialista una imagen nítida del estado de la célula.

Un test para los fármacos

“El primer beneficio para el paciente es el diagnóstico. Una vez que se sabe que el paciente está enfermo y comienza con el tratamiento, con esta tecnología sabemos si el fármaco es efectivo o no. De este modo se puede variar el tratamiento, si se percibe que la imagen no ha variado”, constata.

La principal limitación que tienen los radiofármacos es la de su vida. Como todo producto radiactivo tiende a su ser original en cuanto pasan unas horas, aunque esto no siempre supone un inconveniente. “La problemática de tener un producto nos ha dado una ventaja competitiva, y es que nos ha permitido organizar una empresa de transportes que trabaja solamente para nosotros”, señala Alfonso. Pero, por otro lado, este hecho hace imposible la exportación de los radiofármacos a países fuera de la Península, debido a que sería necesaria la implantación de un centro de producción para poder distribuir los radiofármacos.

Esto hace que los clientes principales de ITP sean los hospitales localizados en España y Portugal. En nuestro país se han hecho con el 43 por ciento del mercado, a través de concursos, en el caso de los públicos, y de contratos en el de los privados. Eso sí, en la comunidad de Madrid tienen el cien por cien del mercado. En el país vecino han conseguido penetrar en un 86 por ciento de los hospitales, debido a que allí no existe ningún ciclotrón en funcionamiento.

Con estos datos, no es de extrañar que el crecimiento de la empresa fuera del 30 y 35 por ciento en 2010, con nueve millones de euros de facturación, y que ésta pueda competir en los concursos públicos y plantar cara a un gigante como Siemens.