n Un tercio de los menores de 15 años catalanes se medica habitualmente, según los resultados de la Encuesta de Salud de Cataluña

n Según Sefac, el farmacéutico comunitario debería tener la obligación de validar las prescripciones para evitar errores con las dosis

| 2009-02-22T18:05:00+01:00 h |

Lucía Gallardo

Barcelona

Los resultados de la Encuesta de Salud de Cataluña 2006, presentados recientemente, revelan que un tercio de los niños menores de 15 años consumió algún medicamento en los dos días anteriores a la entrevista. En este sentido, la propia consejera de Salud catalana, Marina Geli, ha hecho referencia a una “hipermedicalización infantil”, lo que ha originado un debate acerca del uso de los fármacos en población pediátrica.

Es la primera vez que esta encuesta incluye un cuestionario específico para menores, que fue respondido por los padres o tutores, y su objetivo principal no era estudiar el consumo de fármacos en niños, razones por las cuales “hay que poner cautela a la hora de interpretar los resultados”, según el presidente de la Sociedad Catalana de Pediatría, Eusebio Molina. Éste reconoce la sorpresa general por el elevado consumo de fármacos en niños, aunque cree que “al tratarse de una encuesta muy amplia, no permite extraer muchas conclusiones, y habría que investigar más a fondo los resultados”. En cualquier caso, Molina considera que hay que hacer un esfuerzo por concienciar a la opinión pública sobre la necesidad de no medicar en exceso y de que hay medicamentos que acostumbran a administrarse a niños que no tienen su eficacia probada, sobre todo, porque no han sido investigados en esta población.

Iniciativas internacionales han tratado de dar solución a esta problemática, como la ley europea aprobada en 2007 que obliga a los laboratorios a realizar ensayos clínicos con niños, o la declaración de la Federación Farmacéutica Internacional (FIP) del pasado mes de septiembre sobre el buen uso de medicamentos para niños.

Sin embargo, la realidad es que éstos siguen siendo tratados, en muchas ocasiones, como si fueran “adultos en miniatura”, según la farmacóloga pediátrica María Asunción Peiré, para quien los resultados de la encuesta pueden ser sólo “la punta de un iceberg con consecuencias insospechadas”. A su juicio, el niño no puede equipararse al adulto ni desde el punto de vista pediátrico ni farmacológico. “Existen grandes diferencias farmacocinéticas y farmacodinámicas, unido a la falta de formas galénicas adecuadas, que convierten a la población infantil en un grupo de alto riesgo”, dice.

Según la citada encuesta (ver tabla), los medicamentos más consumido son los indicados para la tos o el resfriado, precisamente, los que entrañan más riesgo, según Peiré. “Los descongestionantes nasales están contraindicados en menores de dos años por riesgo de convulsiones y arritmias por su absorción sistemática, mientras que los antihistamínicos pueden producir excitación paradójica aunque otros somnolencia y trastornos neurológicos o incluso arritmias cardiacas”, explica.

Por otro lado, la encuesta sitúa en segundo lugar de los más utilizados a los analgésicos, antitérmicos y antiinflamatorios, cuyo uso también habría que controlar. “Una sobredosificación de ibuprofeno puede producir insuficiencia renal”, apunta Peiré. El consumo de los antibióticos y antiasmáticos (cercano al 10 por ciento), en tercera y cuarta posición, lo ve más justificado, aunque advierte de que aún se prescriben fármacos para el asma a niños con formas galénicas de adultos y de los riesgos de sobredosificación.

Esta experta considera que el farmacéutico, como profesional de la salud, tiene la responsabilidad de velar por el uso correcto de los medicamentos en población infantil, una opinión compartida por el vicepresidente de la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (Sefac), Vicente Baixauli. A su parecer, “el farmacéutico debería tener competencias para validar las dosis pediátricas, no con el objetivo de controlar las prescripciones, sino para detectar posibles fallos”.

El elevado consumo de “pastillas para dormir” es otra de las sorpresas de la tabla. Baixauli encuentra la explicación en que los padres incluyeran como respuesta los remedios naturales, aunque advierte de que no son inocuos.