Pablo Martínez
Periodista e historiador
Con ocasión del proyecto de decreto andaluz sobre prescripción enfermera, la OMC se posicionó en contra. Ésta arremete también contra la AF, sin justificación de actualidad por algún acontecimiento que pudiera haber molestado a los galenos. Es un ‘por si acaso’, un ‘ya que criticamos la prescripción enfermera que los farmacéuticos no piensen que les hemos olvidado’. La posición de la OMC con relación a la AF parece pertinaz y da la impresión de que ante los múltiples problemas de la OMC, utilizan el fantasma de un enemigo común para aglutinar posiciones, algo parecido a la conspiración judeo-masónica-marxista que el franquismo atribuyó a sus enemigos pero que calificaba como enemigos de España.
En el caso de los médicos no todos los profesionales coinciden con la OMC. De hecho, las sociedades científicas de Atención Primaria, Semergen y Semfyc, las más numerosas, colaboran habitualmente con las sociedades científicas de farmacéuticos y elaboran protocolos de actuación conjunta de ambas profesiones en materia de AF. También lo hace la Red Española de Atención Primaria (REAP), que desde su constitución agrupa conjuntamente a médicos, farmacéuticos y enfermeros.
La similitud de la táctica de la OMC contra la AF con la empleada por el régimen franquista me ha recordado la oposición en los siglos XVIII y XIX de algunos médicos a que la farmacia fuera carrera universitaria. Eran médicos afectos al llamado Antiguo Régimen, que fueron superados por compañeros suyos más vinculados a la renovación que supuso la Ilustración a través de las Sociedades de Amigos del País. Uno de aquellos vanguardistas fue Manuel Jiménez, académico de Medicina y del COF de Madrid, miembro de la Sociedad de Amigos del País de Zaragoza, que dijo: “La materia farmacéutica no deberá ser solamente la descripción de los medicamentos, sino la ciencia de sus relaciones con las necesidades de la sociedad”.
