| viernes, 25 de marzo de 2011 h |

Pablo Martínez, periodista e historiador

En un sondeo entre algunos farmacéuticos para determinar cuál era su mayor preocupación estos días, me he encontrado con unanimidad en torno a la implantación de la unidosis en abril. El anuncio de la ministra Leire Pajín, con escaso detalle sobre su desarrollo, mantiene en vilo a los boticarios ya que, desde su punto de vista, la titular de Sanidad ha hecho “oídos sordos” a las advertencias sobre las complicaciones logísticas y de dispensación de su puesta en marcha, así como a la insignificancia del hipotético ahorro para el SNS. Estoy convencido de que los farmacéuticos a los que he consultado hablaban de buena fe desde su percepción práctica de los problemas que les acarrearán en tiempo, esfuerzo y medios para cada dispensación de unidosis. Podría argumentarse que Pajín mantiene una actitud de ‘oídos sordos’ con los representantes de los farmacéuticos, dado que sus actuaciones la avalan en ese sentido, y no ha escuchado las advertencias sobre dificultades derivadas de los RDL 4/2010 y 8/2010, nuevos precios de referencia calculados sobre una parte significativa de presentaciones sin comercializar y tampoco sobre unidosis.

Llama la atención que alguien con responsabilidades de gobierno haga también “oídos sordos” a la evaluación de expertos independientes al sector farmacéutico. En Gaceta Sanitaria, órgano de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas), acaban de publicar una carta Salvador Peiró, Gabriel Sanfélix y Enrique Bernal-Delgado. Los dos primeros miembros del Grupo de Investigación en Medicamentos en el SNS, financiado por el Instituto Carlos III, y el tercero investigador del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud y ex presidente de la Asociación de Economía de la Salud, en la que analizan el anuncio de unidosis, y tras traer a colación los resultados de la experiencia realizada en Galicia entre 2003 y 2004, ponen en duda la eficacia del actual proyecto desde la perspectiva de los costes añadidos que genera, los nulos ahorros para el SNS y el riesgo de errores en las dispensación y en la distribución de prospectos. Que sepamos Pajín tampoco los ha escuchado.