| viernes, 30 de octubre de 2009 h |

Pablo Martínez

Periodista e historiador

Todos hemos visto recreadas en el cine las peleas de gladiadores de la antigua Roma. Uno de los combates con más morbo era aquel en el que los secutores, armados con una espada corta y protegidos únicamente por un pequeño casco y un escudo rectangular también bastante pequeño, se enfrentaban a los reciarios, que iban armados con una red y un tridente. Lo más frecuente era que el reciario enredara a su oponente con la red y, una vez que le tenía envuelto en ella, le clavase mortalmente el tridente. Las escasas oportunidades de sobrevivir de los secutores convertían a los que lo conseguían en auténticos héroes. Pero este desenlace no era, en absoluto, el más frecuente.

La Unión Europea es en algunos aspectos como un circo romano. Es decir, que son frecuentes los combates desiguales. Uno de estos casos es el de los grandes laboratorios farmacéuticos que, sorteando la regla general de libre circulación de mercancías, tratan de obstaculizar el comercio paralelo de medicamentos que, recordamos, es una actividad legal. Para ello, en 1998, encabezados por Glaxo, forzaron a los distribuidores a aceptar acuerdos de doble precio, uno interno y otro, más alto, para la exportación.

Otros grandes reciarios (perdón, quería decir laboratorios), imitaron a Glaxo y por la vía de los hechos han llegado hasta nuestros días. Aunque la Comisión Europea prohibió esa práctica, la decisión fue recurrida y vuelta a recurrir. El pasado 6 de octubre parecía que el tema quedaría resuelto con una sentencia del Tribunal Superior de Justicia Europeo pero, sin embargo, no fue así. El fallo, no aclara nada, ni dice ni niega sí el doble precio es contrario a la norma comunitaria. Es más, lo que hace es pedir a la Comisión Europea que vuelva a examinar todo el proceso. En definitiva, más tiempo por la vía de los hechos. Ello deja a la distribución farmacéutica como a un secutor, envuelto en la red y esperando que le claven el tridente. Nos gustaría ver un final menos previsible.