| viernes, 23 de septiembre de 2011 h |

Pablo Martínez, periodista e historiador

Cuando la climatología se vuelve hostil y los recursos para sobrevivir escasean, algunos animales reducen sus funciones metabólicas y entran en un sueño profundo, conocido como hibernación, que puede prolongarse meses. Es una opción envidiable, puesto que, con la que está cayendo en el mundo del medicamento, el paréntesis de inacción electoral y la posterior toma de posiciones del gobierno que salga de las urnas, dejan para dentro de demasiado tiempo soluciones que deberían arbitrarse ahora. Despertarse en ese momento resultaría menos traumático que tener que lidiar con un día a día complicado, que se prolonga sin alternativas hasta el momento esperado en el que, con suerte, ofrecerá medidas nacidas del consenso y la negociación del nuevo Ejecutivo con el sector o, en el peor escenario, en el supuesto de que se prologará la actual situación, representaría el fin del sistema sanitario público que ahora conocemos y se establecerían reglas de juego diferentes.

Pero dado que los agentes de la cadena del medicamento ni son osos ni marmotas ni lirones, y van a tener que superar en vigilia este paréntesis, deben estar atentos a las derivadas directas del adelanto electoral que implica dejar algunas cosas como están. La primera y más seria es la inevitable prorroga de los Presupuestos Generales del Estado de 2011. Unos presupuestos prorrogados no pueden gastar en un mes más de la duodécima parte del total asignado para todo el año, circunstancia que dificultará asumir en enero facturas (por ejemplo, recetas) atrasadas de más de un mes del ejercicio anterior. Tampoco pueden preverse crecimientos y será necesaria una mayor contención dado que, según el Pacto de Estabilidad, el total de déficit del Estado en 2011 se fijó en el 6 por ciento, pero el objetivo acordado es reducirlo al 4,4 por ciento en 2012. Estas dificultades se superarán si existe voluntad política. Ahora bien, tampoco hay que olvidar que esa voluntad política estará mediatizada por las partidas del presupuesto que se actualizan de forma automática. A saber: los pagos del subsidio de desempleo y los intereses de la deuda pública.