| viernes, 09 de septiembre de 2011 h |

Pablo Martínez, periodista e historiador

Don Quijote de la Mancha se coló la semana pasada en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo (UIMP) en el encuentro “Autocuidado de la salud: derecho y deber del ciudadano”, patrocinado por el Instituto de Formación Cofares y Anefp. Hubo cultas citas para dejar claro que los medicamentos publicitarios no son pociones mágicas como el bálsamo de Fierabras que describe Miguel de Cervantes en el capítulo X del Quijote, pero también se comentó que tienen que competir en franca desigualdad con la publicidad de algunos alimentos funcionales, con los que la Administración es muy laxa a la hora de permitir que se hagan anuncios en televisión con supuestos efectos terapéuticos.

El encuentro pretendía aportar soluciones a los muchos problemas que tiene en mundo de la Farmacia, buscando ideas para potenciar los medicamentos publicitarios como ámbito de actuación profesional de los farmacéuticos. Se quería profundizar, y se demostró con datos, que el desarrollo de una política de fomento del autocuidado de la salud permitiría al SNS liberar recursos por un valor de 1.258 millones de euros anuales. Bastaría con reclasificar el 5 por ciento de los medicamentos con receta y financiados que actualmente se utilizan en el tratamiento de sintomatologías leves a fármacos de autocuidado. El Gobierno ha optado por el RDL 9/2011, con más de lo mismo para farmacéuticos, distribución e industria, eludiendo cualquier opción sensata que pudiera tener un costo electoral a corto plazo. Podría pensarse que el RDL se cargaría el interés del encuentro, pero no fue así. Las propuestas con criterio estuvieron encima de la mesa y también los reconocimientos oportunos. Introducidos en el Quijote, y dado que los análisis psicopatológicos del personaje concluyen que padecía esquizofrenia, me quedo en ese terreno. Ese punto lo puso la directora de la Aemps, Belén Crespo, que reconoció que la dualidad de presentaciones de moléculas simultáneamente registradas como financiadas y como publicitarias, “es una esquizofrenia que tendrá que revisarse”.