carlos b. rodríguez Madrid | viernes, 06 de septiembre de 2013 h |

Ver la crisis como una oportunidad es una lección que los estados miembro de la Unión Europea no han terminado de aprender o de aplicar. Aunque en los discursos oficiales de los ministros de Sanidad está cada vez más presente la idea de que el establecimiento de un sistema sanitario eficiente conduce a un mayor nivel de prosperidad social y crecimiento económico, sus decisiones siguen sin adaptar las políticas a la nueva situación que viven los países. La Comisión Europea, la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la OCDE defendieron esta idea en Bruselas, durante la cuarta Conferencia Anual de la Alianza Europea por la Salud Pública (EPHA). Este punto de vista fue apoyado por el sector farmacéutico europeo, ‘víctima’ de buena parte de las medidas anti-crisis. La eficiencia, dicen la Efpia y la EGA, no pasa solo por recortar el gasto en medicamentos.

“Un mundo feliz: ¿incluyendo el crecimiento y el bienestar o intereses particulares y generaciones perdidas?” es el título del foro que la EPHA trató de convertir en una oportunidad para determinar cómo se puede promover una Europa “coherente en sus decisiones, en términos de salud y bienestar de los ciudadanos”. En el caso de la política farmacéutica, las decisiones parecen seguir llegando en forma de decisiones cortoplacistas. Varios de los asistentes a la Conferencia, como entre otros Zsuzsanna Jakab, directora de la Región Europea de la OMS; o Vytenis Povilas Andriukaitis, ministro de Sanidad de Lituania (país que ostenta la Presidencia semestral de la UE), insistieron en la necesidad de asegurar que el precio de los medicamentos esté vinculado a su efectividad.

Un nuevo modelo

Nada más lejos de la realidad. Es cierto que desde la patronal de la industria innovadora se reconocen pasos positivos. Por ejemplo, los acuerdos marco de estabilidad firmados en diez estados, y los informales a los que se ha llegado en otros diez. El director general de la Efpia, Richard Bergstrom, se agarra a estos avances para mantener su esperanza en que Europa encuentre un modelo sostenible para la innovación, que no se centre exclusivamente en los precios. “Tenemos que vivir dentro del presupuesto. Debe existir alguna manera de incorporar la innovación sin que lleve a la ruina financiera”, señaló durante su participación en una mesa redonde sobre innovación, equidad y sostenibilidad. Si algo bueno ha tenido la crisis económica, a su juicio, es que ha puesto el debate sobre la mesa y está permitiendo “trabajar todos juntos”.

Claro que siempre hay excepciones. La presión sobre los países rescatados es tan grande que hace impensable pensar en que se puedan aprobar medidas basadas en la eficiencia. La semana pasada, la delegación de los acreedores internacionales en Grecia solicitó al ministro de Sanidad, Adonis Yoryaidis, nuevos recortes en el gasto farmacéutico, un mayor uso de los genéricos, una reducción de la tasa de ganancia de las farmacias mediante la liberalización del sector y una mayor celeridad en el cierre de hospitales, durante una reunión celebrada en esta capital. Se da la circunstancia, además, de que a principios de agosto, el equipo negociador de la troika (la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) acordó desbloquear otro tramo de ayudas a Grecia (por valor de 8.100 millones de euros) a cambio de que el Gobierno diera “pasos firmes” a la hora de controlar su gasto sanitario. El techo planteado por la troika en la sanidad griega es de 1.9000 millones de euros para 2014, lo que supone una reducción de unos 200 millones con respecto al año actual y 400 menos que en 2012.

La troika también presionó al Ejecutivo heleno para que acelere el desmantelamiento de la Organización Nacional de Servicios de Salud, mediante el cierre de centros hospitalarios y la reducción del personal dependiente del ministerio de Sanidad.

El papel de los genéricos

Dejando a un lado todas sus diferencias, la postura de la patronal europea de genéricos (EGA) en la Conferencia Anual de la EPHA fue similar a la defendida por Efpia. Beata Stepniewska, hasta ahora directora general en funciones de la EGA, también señaló a las “políticas cortoplacistas centradas en recortar precios” como su caballo de batalla.

EGA insiste en la capacidad de los genéricos de contribuir a la sostenibilidad del sector. Por ejemplo, apuntó cómo el lanzamiento de los biosimilares en Reino Unido para pacientes oncológicos ha incrementado el acceso a estos productos en un 44 por ciento. Pero también es cierto que el futuro del portfolio de genéricos y biosimilares permite entrever productos más complejos y más caros.

El tiempo dirá si los estados siguen viendo el gasto farmacéutico como una carga para los presupuestos en lugar de como una inversión para la sociedad, algo que también apuntó el comisario europeo de Salud y Consumo, Tonio Borg. A su juicio, a medida que los estados recortan en sanidad están perdiendo la oportunidad de utilizar la sanidad como una herramienta que les permita salir de la crisis. “Demasiado a menudo la salud se ve como un coste, una carga, y no como una inversión para el futuro que puede generar grandes dividendos. El futuro de la política sanitaria europea debería construirse en el valor de que la legislación y la cooperación pueden ayudar a mejorar los resultados en salud”, añadió Borg.

La OMS recuerda a los estados que intenten proteger sus presupuestos sanitarios, e insiste en que si se tienen que realizar recortes, no sean generalizados ni carguen sobre los segmentos de población más vulnerables. Pero la realidad, según las grandes organizaciones internacionales, es que pensar a largo plazo (esto es, ahorrar en los buenos tiempos y gastar en los malos) sigue siendo un reto lejano. La sanidad de muchos estados sigue siendo, según Yves Leterme, secretario general de la OCDE, “ineficiente e inefectiva”.