La evidencia dice que la deuda de las comunidades autónomas está asfixiando a éstas como nunca lo había hecho. Sobre todo si tenemos en cuenta los dispendios que han realizado en época de bonanza económica y de los que, en estos momentos, en muchos casos no están dispuestas a abandonar. Sin embargo, a la hora de apretar el cinturón para dar un respiro a sus agonizantes arcas públicas no es de recibo dejar sin aire a uno de los referentes de los que podemos sacar pecho en este país: el Sistema Nacional de Salud. Las aventuras autonómicas en este sentido deben ser cortadas de raíz, porque una cosa es pasar la bolita de un cubilete a otro y otra muy diferente es acabar de un plumazo con la cohesión de un sistema sanitario y por ende, de la prestación farmacéutica.
El recurso interpuesto por el Gobierno contra el catálogo priorizado de medicamentos gallego ante el Tribunal Constitucional debe ser visto como el primer paso del Ejecutivo para evitar que el Sistema Nacional de Salud salte por los aires. Y no se trata de un alarmismo injustificado, sino de una realidad que denuncian todos los agentes que conforman la comunidad del medicamento. Y creemos que, de esto, saben bastante. Este recurso debe convertirse en un gran toque de atención para todos aquellos gestores sanitarios autonómicos, sin mirar el color de su carné, que han decidido echarse al monte y tomar decisiones que no deben tomar.
El Gobierno debía tomar las riendas y dar un golpe sobre la mesa, y parece que ahora sí lo ha dado. Claro está que, como esas patadas que se dan en el culo del vecino, siempre será más fácil para el Ejecutivo que preside José Luis Rodríguez Zapatero ir en contra de una decisión adoptada por una comunidad autónoma en manos del PP, como el caso de Galicia, que contra otra que lo esté en las del partido del que es secretario general, como puede ser el caso de Andalucía, Castilla-La Mancha o Extremadura. Pero creemos que ahora es el momento de abandonar partidismos (difícil con unas elecciones municipales y autonómicas a la vuelta de la esquina) y apostar definitivamente por proteger al SNS de los desmanes regionales.