Uno de los debates que están en marcha en el marco del Pacto por la Sanidad es la creación de un organismo, al estilo del NICE inglés, con el objetivo de racionalizar la incorporación de las innovaciones terapéuticas al Sistema Nacional de Salud. Esta podría ser una solución a la financiación de las innovaciones que, cada vez más, se ven relegadas a ser un mero número en las estadísticas sobre incorporación de nuevos fármacos en nuestro país.
La creación y funcionamiento de ese organismo debería asegurar la utilización de metodologías fiables y transparentes, pero lo que debe quedar claro antes de ponerlo en marcha es saber qué supondría una recomendación por parte de ese nuevo organismo. Es decir, ¿se dotaría de presupuestos adicionales a los hospitales con el objetivo de que la utilización de dichos productos, que han demostrado una buena relación coste-efectividad, no se vea perjudicada por el coste de adquisición?
En la actualidad son pocas las innovaciones terapéuticas de las que efectivamente se pueden beneficiar los pacientes, de manera muy especial en el ámbito hospitalario donde las comunidades autónomas están ejerciendo, tal vez en algunos casos con demasiado celo, de censores en la utilización de los nuevos medicamentos lanzados al mercado.
En este sentido, es necesario reseñar que el mayor reconocimiento que se puede realizar a la innovación, a la verdadera innovación, es asignarle un precio adecuado y asegurar que su utilización va a estar fomentada ya que se entiende que es beneficiosa para la salud de los pacientes a un coste adecuado.
No obstante, y a pesar de que este debate es apasionante y necesario, la discusión sobre la sostenibilidad y la incorporación de las innovaciones al sistema no se soluciona solo con un NICE. Hace falta asignar nuevos recursos, establecer prioridades de financiación, reordenar las prestaciones y hacer un ejercicio serio de control de la demanda injustificada de asistencia sanitaria y farmacéutica. Si no se lleva a cabo todo esto, ni siquiera habrá dinero para las recomendaciones de ese NICE. Y si fuera así, sólo serviría para gastar menos, pero no para optimizarlo que se gasta ni, por supuesto, para reconocer la innovación.