Ha tenido que pasar mucho tiempo para que el Ministerio de Sanidad ponga coto
a una criatura que él mismo ayudó a crear y que hace tiempo se le había ido de las manos
Tal vez en alguna ocasión alguien creyera que la política de precios suicida que han llevado a cabo algunos laboratorios en los últimos años era un indicador real de cómo estaban bajando los costos de fabricación en el terreno de los medicamentos. Nada más lejos de la realidad. Ha tenido que pasar mucho tiempo para que el Ministerio de Sanidad ponga coto a una criatura que él mismo ayudó a crear con medidas cortoplacistas de rebajas de precio, y que hace tiempo se le había ido de las manos.
Es cierto. Ha sido la política de precios de los gobiernos (los del PSOE y los del PP) los que finalmente abocaron a las compañías a una guerra fraticida que no solamente perjudicaba a la industria. También tocaba a los siguientes eslabones de la cadena hasta llegar al usuario. La razón es clara: esos laboratorios tiraban abajo los precios para hacerse con una parcela de mercado, pero a sabiendas de que esa decisión afectaría a todo el mercado nacional. Un mercado nacional que no estaba en condiciones de abastecer.
La situación ha dado lugar, por ejemplo, a constantes revisiones al alza de los precios menores que rigen las dispensaciones en Andalucía, debido a que los medicamentos que marcaban el precio menor sencillamente no estaban en el mercado. Día tras día las farmacias han tenido que enfrentarse a estas situaciones. En primer lugar, dando la cara ante el usuario. Y en segundo, emprendiendo un largo proceso de comunicaciones a sus colegios y de posteriores demostraciones de la falta de suministro y reclamaciones por ello.
Industria y farmacia han tenido que presenciar esta situación ante la pasmosa inactividad del ministerio. Y no sería por sugerencias: le pidieron que las rebajas por debajo de los precios de referencia o menores dieran lugar a la modificación del código nacional; le pidieron que para que un fármaco entrara en precio de referencia no solamente debe estar comercializado sino que la compañía garantice con datos su capacidad de abastecimiento… La solución final únicamente tiene una salida: que el resto de compañías puedan igualar ese precio menor. Una solución que, por fin, ha visto el ministerio.