| viernes, 23 de marzo de 2012 h |

Lo ocurrido durante los últimos tres meses con las subastas no es más que un cúmulo de despropósitos que ha finalizado de manera absolutamente disparatada con la firma de solo cuatro, muy pequeñas, compañías. Es cierto que en un principio la Junta de Andalucía y, más concretamente la consejera de Salud, María Jesús Montero, podía estar buscando fórmulas de ahorro complementarias a las ya conocidas con las subastas, pero los modos utilizados en los últimos meses, especialmente nos hacen pensar en un objetivo muy distinto.

No es normal que tras una tramitación ordinaria del procedimiento de las subastas que ha llevado más de un año de supuestas negociaciones con los farmacéuticos acabe aprobado por decreto-ley. No es normal que la convalidación del decreto-ley se realice en el último pleno de la legislatura. No es normal que la convocatoria se haga pública con el Parlamento disuelto y el Gobierno en funciones y no es normal que la adjudicación y firma tenga lugar en vísperas de las elecciones que, según las encuestas, podrían suponer el desalojo del poder del único partido que defiende las subastas.

Ante todo este panorama la surrealista situación vivida los pasados jueves y viernes, con un goteo incesante de compañías que se iban descolgando de las subastas no puede sorprendernos a nadie. Pero solo hay un culpable. María Jesús Montero no puede responsabilizar al Ministerio de Sanidad o al Partido Popular, ni amenazar a las compañías que finalmente no han firmado los convenios porque todo lo escenificado desde diciembre hasta el viernes pasado ha formado parte de un guión pensado solo para las elecciones. Un guión al que le faltaba la última página, la única no escrita por Montero.

En todo este tiempo podría parecer que más que el sector, era el propio gobierno de la Junta el que deseaba que el Ejecutivo Central interpusiese el recurso de anticonstitucionalidad. Al final ha sido el Consejo de Estado, ese al que casi nadie hace caso, el que ha dado la solución a las inquietudes de la industria y les ha mostrado el camino. Con ello, esa foto espectacular que se esperaba para el día antes de las elecciones no se habrá producido y las subastas se le habrán atragantado a alguien justo en la jornada de reflexión. Para pensárselo en el futuro.