Carmen M. López, RSC | viernes, 07 de marzo de 2014 h |

Conseguir la excelencia empresarial en los tiempos que corren no parece tarea fácil, pero aportar valor a la compañía y a la sociedad es posible gracias a la introducción de políticas y estrategias de responsabilidad social. Cada vez son más las que concentran sus esfuerzos en conseguir acreditación de calidad que certifique su aportación a la comunidad. De este modo, las empresas han asumido la RSC como una de sus líneas estratégicas vertebradora de toda las acciones de la compañía. Todo esto ha supuesto un cambio. “Ya no se considera la RSC como una mera iniciativa de acción social o medioambiental, sino que las organizaciones son conscientes de que puede contribuir a mejorar los resultados de negocio”, explica Salvador Ibáñez, country manager de Top Employers Institute en España. Para José María San Segundo, director técnico de Merco, es precisamente en un contexto como el actual en el que los diferentes grupos de interés son especialmente exigentes, tendiendo a diferenciar entre organizaciones. Así, si bien es cierto que en ocasiones y en algunos sectores ha habido una tendencia temporal a la generalización, “ahora existe una diferenciación entre las compañías en función de su actuación e incluso se puede mejorar la reputación de la empresa”, comenta San Segundo.

En este sentido, las empresas buscan medirse y participar en los ránkings, que, además de evaluar qué empresas ofrecen los mejores servicios para trabajar, como Top Employers, también introducen mecanismos que se encargan de otorgar prestigio según los resultados de la empresa, como es el caso de Merco.

La calidad aporta valor

Los análisis realizados por estos organismos evidencian que cada vez más compañías certificadas apuestan por el desarrollo personal y profesional de sus empleados como su principal prioridad en recursos humanos. De modo que las buenas prácticas en materia de formación, sucesión interna, integración, condiciones laborales o el bienestar de los empleados, son fundamentales junto con iniciativas en ámbitos como la flexibilidad laboral, el deporte o la gestión del estrés. Además, los resultados económicos, la calidad de la oferta comercial, la reputación interna, la ética y responsabilidad social, la dimensión internacional y su capacidad para la innovación, son también objeto de análisis para las entidades evaluadoras. Con este valor añadido, diversos estudios han mostrado que una empresa con buena reputación tiene procesos de negociación más sencillos con los diferentes grupos de interés, tiende a ser más productiva y genera un valor adicional a sus clientes. Sin embargo, lograr esta certificación requiere de un proceso analítico muy exigente. En el caso de Top Employers las normas de participación comprenden unos requisitos mínimos de tamaño de la compañía —al menos 250 empleados o bien multinacionales con más de 2.500 empleados a nivel global—. Desde Merco, el punto de partida para su elaboración es una encuesta a los miembros del consejo de dirección de las principales empresas que operan en nuestro país, con el objetivo de conocer cuáles son las compañías con mejor reputación y se constituye la denominada selección provisional, por lo que cualquier compañía que desarrolle parte de sus actividades en nuestro país puede estar incluida en el ranking. “Adicionalmente, —comenta San Segundo—, se indaga acerca de la opinión que tiene la población general sobre la reputación corporativa de estas empresas, en su papel de potenciales clientes, consumidores o trabajadores de muchas de ellas”. Finalmente, se invita a cada compañía a presentar y argumentar sus méritos reputacionales en el proceso de evaluación directa, en el que cada empresa, de forma voluntaria, ofrece datos objetivos que avalan su desempeño en distintas materias.

En este sentido, sea de un modo u otro, las organizaciones tienen un doble beneficio, tanto interno como externo. Por una parte, “permite identificar y certificar las buenas condiciones laborales (propuesta de valor al empleado) que la empresa ofrece a los trabajadores actuales y potenciales, ratificando la compañía con un excelente lugar donde trabajar”, asegura Ibáñez. Por otra parte, contribuye para reforzar los vínculos con la empresa y el compromiso de los profesionales. En definitiva, la realidad es que una empresa con buena reputación es percibida de forma favorable por sus empleados, sus proveedores, sus clientes e incluso sus competidores.

La crisis no es sinónimo de falta de calidad, al menos según las estadísticas. En nuestro país, 55 compañías han obtenido la certificación Top Employers España 2014, “seis más que en la edición anterior”, comenta Ibáñez, con un aumento del 12 por ciento respecto al año anterior. El ámbito sanitario ha estado muy representado, ejemplo de ello son las empresas más relevantes en el sector que han obtenido su certificación. Es el caso de Novartis, Chiesi España, Janssen, Sanitas, Abbott o Abbvie, que destacan por los altos estándares de calidad en su oferta hacia los empleados. De esta forma, aprendizaje, diversidad, flexibilidad e innovación son los adjetivos con los que se caracterizan estas compañías que han logrado este reconocimiento nacional y europeo tras un exhaustivo análisis de la estrategia, ejecución de políticas, seguimiento y comunicación de las condiciones laborales y desarrollo de sus empleados.