Santiago de Quiroga
No hubo ninguna duda del rumbo político que toma el nuevo Ministerio de Sanidad y Política Social: los ministros de Trabajo, Ciencia e Innovación, Asuntos Exteriores, Igualdad, Vivienda, Defensa e Industria, además de la vicepresidenta Fernández de la Vega, quisieron estar en la toma de posesión. Un Bernat Soria ocurrente estableció un paralelismo de la vida política de un ministro con la Semana Santa; palmas y felicitación en la entrada del “Jerusalén” para llegar a la “muerte política” que antecede a la resurrección: hay vida después de ser ministro. Estuvo brillante y ocurrente. Soria volverá a sus ocupaciones y mencionó a un único consejero de Sanidad: Manuel Cervera (Comunidad Valenciana) que fue el primero en llamarle —según afirmó— y ofrecerle el apoyo de su comunidad. La política nos deja a veces una sensación de grandeza con estos gestos, y encumbra a sus protagonistas. El consejero de Madrid Juan José Güemes no quiso perderse la toma de posesión: otro gesto que fue además resaltado en su discurso por la ministra Trinidad Jiménez. Güemes estuvo rodeado de la cúpula socialista de Madrid, con la que la nueva ministra mantiene fuertes lazos.
Acudieron representantes de la Farmacia (Pedro Capilla y Menchu Peña), Enfermería (Máximo González Jurado), Autocuidado (Rafael García Gutiérrez) e Industria (Humberto Arnés). Ninguno se llevó una alusión a su papel: habrá que esperar.