| viernes, 05 de noviembre de 2010 h |

Santiago de Quiroga

Que se le deba dar una oportunidad a la nueva ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, es algo que las personas de sentido común —prensa incluida— debemos hacer. Pero al César, lo que es del César. Y al sector le ha tocado bailar con ministros que no tenían hilo directo con los presidentes de Gobierno de turno. Bernat Soria no era capaz de obtener el compromiso del presidente del Gobierno llamando delante de todos los consejeros de Sanidad autonómicos durante una reunión. Les sonará la anécdota, y es la manera en la que Trinidad Jiménez consiguió el apoyo de todos los consejeros con el asunto magistralmente llevado de la gripe A, llevado muy bien desde el punto de vista de la gestión de una crisis en España, lo que no puede decirse lo mismo del alarmismo de la OMS. Gripe aparte, Jiménez tenía hilo directo con el presidente. Y Elena Salgado no lo tenía. No se sorprendan, se la ha nombrado ministra de Economía porque es manejable, pero no por la confianza que José Luis Rodríguez Zapatero tiene en ella.

¿Y eso es importante para el sector? Pues si vamos camino de cambiar el modelo de prestación farmacéutica, como quieren algunas autonomías, alguien que puede decir algo y parar este caos que se avecina es el presidente del Gobierno. Por ello, todo el sector sanitario, médicos, farmacéuticos y la industria, tienen un activo con una ministra que tenga hilo directo con el presidente. A tener en cuenta.