| viernes, 25 de febrero de 2011 h |

Santiago de Quiroga

Imaginemos que el precio de la electricidad se estableciera utilizando los precios medios de todos los proveedores del país. Imaginemos que las eléctricas tuvieran que presentar proyectos de producción de energía a un precio determinado, y que fuera posible que la tecnología para producir esa energía fuera una competencia con altas barreras de entrada tecnológicas. El bien ofrecido, en este caso la electricidad, seria diferente por parte de cada proveedor. Pues imaginemos, finalmente, que el Estado decidiera por Orden de Precios Eléctricos, un cálculo de las tarifas a aplicar de la electricidad. En esta hipotética situación, una empresa llamada Inventos Electromecánicos de Cercedilla del Monte presenta un plan para producir electricidad un 50 por ciento más barata. Lo presenta en papel, en un dossier en el que no explica si tiene realmente la capacidad de producir a ese precio. Pero no importa, el Ministerio de Economía, que quiere el precio más bajo para la electricidad (perdonen este sarcasmo, ya que es justo lo contrario), asegura de que el precio bajo es lo que más conviene. No se sorprendan, el cálculo del Precio de Referencia incluye un 30 por ciento de medicamentos que no existen ni existirán, porque no será posible que los fabriquen. Algo que es irreal, como un medicamento que no existe, no puede formar parte de ningún cálculo. Y si alguno consiguiera fabricarlo, el riesgo es que no sea posible el suministro. Un alto riesgo.