Santiago de Quiroga
Pedro Capilla es a la Farmacia española como el vino a la dieta mediterránea: la costumbre de su bebida hace más saludable una buena comida. Pero no cabe el menor resquicio de duda de que hasta hoy ha sido un buen presidente. Un presidente en funciones, que ha recibido apoyos suficientes y que ha sabido crear fuertes lazos con la mayoría de sus colegios. Por ello, hace dos años fue merecedor del Premio especial a la Trayectoria Profesional otorgado por el patronato de Fundamed. Pero Capilla no es infalible, y ha hechos unas cosas mejor que otras. ¿Quién puede arrogarse la capacidad de hacerlo todo bien? Me hubiera gustado que sus relaciones con FEFE o con el COF de Valencia hubieran sido mejores, por el interés de la Farmacia. Pero su capacidad de liderazgo es indiscutible.
Rodearse de los más capaces es también un signo de liderazgo. Menchu Peña representa esa faceta y ha sido un soporte claro para el presidente de todos los farmacéuticos. Pero la lealtad es también una decisión inteligente que la actual secretaria general ha puesto sobre la mesa. Peña está dispuesta a asumir la responsabilidad de presidir el Consejo General, cuando Capilla decida que es el momento de irse. Pero la elección le corresponde al presidente actual del Consejo, y una vez tome la decisión, cualquiera que sea, tendrá una vez más la lealtad inteligente de su segunda (con alegría o no) y las críticas por su extenso mandato, como siempre.