| viernes, 27 de noviembre de 2009 h |

Santiago de Quiroga

No le falta coraje al consejero de Sanidad y Consumo de Madrid, Juan José Güemes, en sus planteamientos. Inmersos en Madrid en una Ley de Libertad de Elección de Médico, que dispara a la línea de flotación de los sindicatos sanitarios, también ha desgranado pensamientos (y ha puesto algún cascabel al gato) que no han pasado desapercibidos.

Entre otras cosas, Güemes insiste en que un funcionario no puede hacer uso de los recursos que quiera sin ningún tipo de supervisión, en referencia a la prescripción. Ha insistido ya en ocasiones en que esa circunstancia —la libertad del médico de tomar una decisión de prescribir o decidir un gasto— sólo se da en la sanidad.

Pero no queda resuelto cómo queda el asunto de la responsabilidad sobre lo recetado. Por ejemplo: si un médico prescribe un principio activo, y por la “equivalencia terapéutica” se lo cambiarán por otro en la farmacia. ¿Quién sería el responsable real de la prescripción? Algunos médicos ya apuntan a esta línea.

Por otro lado, con los 250 medicamentos esenciales de la OMS que cubren el 99 por ciento de las patologías, y prescindiendo de todos los demás medicamentos, el ahorro en la factura sólo sería equiparable a su temeridad. Que, como en todo, en el punto medio está la virtud, es algo deseable. Pero, ¿bastará esa virtud para hacer el sistema sostenible?