| viernes, 18 de febrero de 2011 h |

Santiago de Quiroga

Ya lo dijimos por enésima vez: ¿qué tienen las monodosis que todo ministro que llega se mete con ellas como si fuera la panacea? Es cierto que, en esta ocasión, se ha ido más lejos. Mejor. Así comprobaremos que ni hay ahorro ni hay uso racional con las monodosis. Parecetamol DCI e ibuprofeno DCI no son el problema ni la solución para contener el gasto. Si ésta es la ‘esperanza blanca’ del ahorro hemos perdido el juicio. Transformar principios activos tan comunes y baratos como estos dos para dispensarlos en comprimidos o cápsulas independientes, en lugar de envases mayores (¡quién no tiene estos dos medicamentos de manera permanente en sus botiquines caseros!), se me antoja casi pueril. O es pura demagogia (el halago al pueblo consiste aquí en afirmar que se va a mejorar la dispensación, ahorrando dinero y dando el número de comprimidos correcto). Un halago que se sabe que no es real. O como segunda opción, sufren del síndrome de “esto lo arreglo yo con las monodosis”, a falta de otras ideas. Todo es posible. A la pregunta de cuánto se ahorrará con esta medida, la ministra fue tan clara como evasiva: seis millones de euros y, en todo caso, “se mejorará la calidad de la prescripción”. Ahora toca que los médicos contesten si creen que están abusando de estos dos medicamentos. Intento ver el vaso medio lleno, pero nos lo están poniendo cada vez más difícil.