| viernes, 22 de enero de 2010 h |

Santiago de Quiroga

Los medicamentos sin receta son una de las recetas (v.l.r.) que pueden aliviar las arcas del Estado de una parte de la factura farmacéutica. En esta semana varias iniciativas para la contención se están poniendo en marcha (véase la dispensación desde los hospitales de la Comunidad Valenciana de medicamentos de diagnóstico hospitalario).

Los medicamentos sin receta han sido objeto de un recelo algo exacerbado por las autoridades sanitarias españolas, que han puesto objeciones a que se publiciten sin trabas. Por ejemplo, el estatus de medicamento sin receta que no puede hacer publicidad al público (estatus sólo disponible en España) ha estado vigente hasta el pasado mes de diciembre. El recelo, impulsado por la Agencia Española del Medicamento (Aemps), tenía que ver con las precauciones que se deben tener con un medicamento, independientemente de que sea sin receta. Quizá estas trabas hayan influido algo en el escaso desarrollo de un mercado —el del autocuidado— que está en cotas más avanzadas en el resto de vecinos europeos.

Llama la atención que toda esa prevención se haya esfumado con la receta electrónica. Los medicamentos sin obligación de receta deben estar presentes en la e-receta, porque es parte de la historia clínica, por seguridad (tan reclamada en el pasado) y por estimular su uso.