Santiago de Quiroga
Debo reconocer que soy de la consejera de Salud catalana, Marina Geli. No es la primera vez que lo hago. Es valiente, clara, y tiene sentido de estado, perfectamente compatible con las ideas políticas que defiende. El diccionario de la Real Academia dice de la omisión que es la falta por haber dejado de hacer algo necesario o conveniente en la ejecución de una cosa o por no haberla ejecutado. Geli no podría poner en marcha algunas de sus ideas porque la sanidad en España se debate entre la descentralización de un sistema heredado ya rígido, con un presupuesto grande con muy poca flexibilidad en su ejecución. La sanidad se ha convertido en el gasto más importante de una autonomía que no puede frenarse sin modificar las reglas, algunas de las cuales deberán cambiar antes de que Europa nos obligue.
Dice la consejera Geli que hay que abrir el debate sobre la sostenibilidad de la sanidad, y apenas lo hace se lo cierran voces que dicen que todo debe seguir siendo igual de gratis e igual de poco valorado por ser regalado. Y es que un copago en función de la renta, propuesta razonable que hace Geli, ni Gobierno ni oposición se atreven a mencionar.
Estoy convencido de que Geli recibirá un reconocimiento futuro por haber tenido la valentía de hablar de algo que otros no se atreven. Pasará a la historia por haber dicho lo que pensaba. Y en otra ocasión hablaremos de lo que ha hecho, que no le va a la zaga.