| viernes, 01 de julio de 2011 h |

Durante su intervención ante un nutrido grupo de representantes del sector, Felipe González, ex presidente del Gobierno, hizo gala de su capacidad dialéctica. Un discurso documentado demostró a la audiencia que es un acierto haber incorporado al equipo asesor de Farmaindustria una persona que no tiene ataduras, si bien evitó la crítica abierta a su partido, reservada sólo a los conservadores británicos o al PP. Con su habilidad habitual evitó llamar “descoordinación” a la política sanitaria autonómica para hablar de la “centrifugación” peligrosa de la sanidad actual. Una reflexión interesante, al margen de su análisis macroeconómico, que le llevó de lleno a analizar la situación de la sanidad y a proclamar que ésta es una inversión en capital humano. Por ello, es necesario mejorar la inversión en la misma, incrementando la inversión al menos 1 punto del PIB, así como aceptar que la sanidad debe crecer 4 ó 5 puntos anuales. Propuso fórmulas de financiación y habló de los gastos que se han realizado en un contexto de alegría presupuestaria. Cuestionó las inversiones de dudosa necesidad en pequeñas poblaciones y reclamó presupuestos sanitarios finalistas. Leire Pajín y Cristina Garmendia escucharon atentamente; Pepe Martínez Olmos y Consuelo Rumí asentían. Faltan ideas y visión si González arroja luz a Gobierno, autonomías y oposición, pero convenció.

Santiago de Quiroga