| viernes, 13 de mayo de 2011 h |

Santiago de Quiroga

La Junta de Andalucía puede haber perdido el norte a consecuencia de la negativa del Cacof de aceptar el “Plan de Estabilidad para la farmacia Andaluza” que tan alejado de la estabilidad se encuentra. Las irreparables consecuencias de intentar reducir a toda costa la factura y los márgenes de medicamentos y farmacia fue objeto de una declaración conjunta inédita de todo el sector: Farmaindustria, Aeseg, Consejo General de Farmacéuticos y Fedifar. Andalucía ha querido aprovechar la renovación del concierto con la farmacia para intentar colar la restricción de medicamentos con cargo a fondos públicos. El mecanismo es una licitación o subasta que echa por tierra de facto las aprobaciones de precios ministeriales, competencia exclusiva del Estado.

Andalucía quiere cambiar el modelo farmacéutico, y esto se traduciría en una reducción drástica del empleo en el sector: industria, distribución y farmacia. A los más de 5.000 empleos perdidos solamente en la industria hasta ahora, se podrían añadir muchos de los más de 100.000 empleos directos del sector. Pero eso puede no preocuparle a la Consejería de Sanidad de la Junta de Andalucía. Parece que lo que sí le preocupa es que quién no da su brazo a torcer debe sufrir las consecuencias. Y las amenazas están sobre la mesa. Los andaluces tienen la menor expectativa de vida del país. Esto sí que debería preocuparle a la Junta.