Santiago de Quiroga
Quienes crean que la crítica es más querida por los que nos dedicamos a la información y a la opinión, se equivocan. Por mi parte, disfruto más alabando las gestiones eficaces. Aquí hay un ejemplo. Mirando hacia atrás, uno no es consciente de lo que pudo ser (y no fue, eso sí) la crisis de la pandemia de gripe A. Y es que, en unas horas, la OMS alertó sobre un riesgo que podría producir una de las crisis sanitarias más importantes de la historia moderna. Cuando Peter Cordinglay, portavoz de la OMS, afirmó: “No sabemos cómo se está difundiendo el virus, así que hay que pensar que ningún sitio puede considerarse a salvo. El desafío crece por días”, los gobiernos se enfrentaron a una alarma sin precedentes.
La entonces ministra de Sanidad y Política Social, Trinidad Jiménez, ejerció de ministra, coordinó y apoyó a las consejerías de sanidad. Gestionó la información con agilidad y transparencia, difundió los mensajes adecuados en tono y en contenido y, probablemente, marcó una forma y un estilo de afrontar una crisis. Ahora que ya lo vemos con cierta perspectiva, que buen momento (el 2 de marzo, por ejemplo) para recapitular qué se hizo y compartir las lecciones aprendidas. Nadie puede negar que cuando en este país dejamos las discusiones estériles y nos ponemos a trabajar en una dirección, nuestra sanidad (médicos, farmacéuticos, enfermeros, gestores e industria) somos capaces de cualquier cosa.