| viernes, 06 de mayo de 2011 h |

Santiago de Quiroga

El peso del gasto en medicamentos ya es de un 20 por ciento respecto al gasto total sanitario, como apunta EG esta semana. Atrás queda la creencia generalizada, cuando nos referíamos al peso de la partida farmacéutica en las cuentas sanitarias de una autonomía, de casi un 30 por ciento del gasto sanitario. Pues no, ha caído un 20 por ciento en ocho años. Ya no podemos decir que el gasto sanitario crece por la factura farmacéutica, sino al contrario. Desde 2003, apenas ha crecido la factura pública en medicamentos algo más que la inflación; ésta subió en el periodo un 24 por ciento mientras que el gasto en medicamentos lo hizo un 36 por ciento. El gasto sanitario lo hizo un 72 por ciento en dicho periodo. Todo esto ha ocurrido cuando el gasto sanitario público supone un 6 por ciento del PIB, por debajo de la media europea. En política farmacéutica nos parecemos más a Portugal y Grecia, precios bajos e intentos de bajar la factura en medicamentos a toda costa. Combinando los genéricos y la rebaja de precios vía precios de referencia, tenemos más del 50 por ciento del mercado a precio de genérico. Para que los genéricos puedan producir ahorros, se requiere de medicamentos innovadores con precios adecuados. Pero ahora el problema no es tanto el precio, sino que se decida qué medicamentos se pueden prescribir con cargo a fondos públicos. Y esa decisión está en la Constitución.